jueves, 23 de octubre de 2008

Son como niños

Sinceramente, no sé si España debe estar o no en la cumbre pomposamente bautizada nada más y nada menos que como la de la refundación del capitalismo, pero parece bastante claro que si nuestro Gobierno deseaba que fuera así debería haberse movido con algo más de discreción para evitar quedar en una posición comprometida en caso de no lograrlo. No creo que suponga ningún drama no acceder a un grupo en el que nunca hemos estado, de la misma forma que considero razonable solicitar nuestra presencia, pero si realmente la diferencia entre ir o no ir radica, como se dice, en la mala relación personal de nuestro presidente con el de Estados Unidos (o viceversa), entonces el mundo de la política es extraordinariamente menos serio de lo que debería y quienes dicen comprenderlo o incluso lo justifican, deberían pensarlo dos veces antes de asumir como natural semejante aberración. Nuestra relevancia internacional debería basarse en cuestiones bastante menos pueriles que si Zapatero y Bush "se ajuntan" o no, como decíamos de críos, porque a eso suena, a cosa de niños.
El colmo de la argumentación tendenciosa se da cuando los mismos que justifican la actitud de Bush en el hecho de que Zapatero permaneciese sentado al paso de la bandera (cuando aun no era presidente, conviene recordarlo) supuso no la expresión de un criterio político sino una afrenta a todo un país, mientras que la supuestamente deliberada exclusión de España de esta reunión no es una afrenta a nuestro país sino una cuestión personal hacia Zapatero. Y según muchos de ellos, merecida.
La cosa debiera ser sencilla, si nuestro peso internacional, sea por nuestros índices macroeconómicos, por nuestro posible valor representativo o por nuestra relevancia sociopolítica, geoestratégica o cultural (que no todo se pesa en euros o dólares), justifica nuestra presencia, entonces debemos ir, y no no es así, entonces no debemos ir, y eso tanto si el presidente estadounidense fuera Bush, como Obama o McCain y el nuestro Zapatero, Rajoy o Rodolfo Chikilicuatre.

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