lunes, 20 de octubre de 2008

McCain eligió un mal día para dejar de fumar

Sin duda el candidato McCain recordará este fin de semana como uno de los más negros de su campaña. El respaldo a Obama de un respetado miembro del partido republicano como Colin Powell, más que un jarro de agua fría debe haber caído en su equipo como una zambullida en pleno ártico y las informaciones periodísticas que ponen en duda su supuesta heroicidad en combate, algo que para él era un activo fundamental de su campaña, seguramente, si encuentra eco suficiente, tenga efectos perniciosos en sus ya débiles expectativas de triunfo. Sin embargo el crecimiento de enano de mayor interés para mi es la conversión en rana de ese fontanero que incomprensiblemente tomó un protagonismo tan inesperado como inmerecido en el debate electoral. Hablar de un caso concreto en un debate de esas características, una maniobra que ya intentó Sebastián en su campaña a la alcaldía de Madrid con los lucidos resultados que todos conocemos, es, además de estéril, un canto a la demagogia que no debería tener cabida en la política. No pasa nada porque los políticos respondan a inquietudes basadas en casos concretos, pero en un debate es un truco poco elegante para no explicar realmente las líneas fundamentales de su política porque hablar de un caso particular puede crear la ilusión de que en realidad habla de la generalidad de los casos similares, pero no es así. Es mucho más fácil decir "a este hombre le bajarán los impuestos 300 dólares" que explicar la politica fiscal que se piensa seguir, así quienes se sientan identificados con el caso concreto extrapolan el suyo propio y se creen beneficiarios del mismo tratamiento cuando no tiene que ser así porque las particularidades del caso en realidad no se explican y no tienen porqué ser asimilables al de el grupo social que por motivos sociológicos se siente identificicado con él. Además, por supuesto, distrae la atención de temas que deberían ser fundamentales.
Por eso me alegro de que les haya salido el tiro de Joe "el plomero" por la culata, porque se espera de líderes políticos serios que empleen responsablemente sus recursos dialécticos para exponer sus programas, no que recurran a atajos ni trampas fáciles para causar una impresión que no se ajuste a la realidad. Los votos ganados con trucos de ilusionista permanecen en la voluntad del electorado lo que dura el efecto de la ilusión (que en algunos casos es mucho tiempo), lamentablemente para muchos políticos es suficiente con eso, pero no deja de ser populista y por tanto rechazable.

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