viernes, 10 de octubre de 2008

La personalidad del Euribor

Curiosa aunque no sorprendentemente, bajan los tipos de interés pero sube el Euribor. Las bolsas parece que repuntan, el dinero público inyectado en el sistema garantiza la reactivación de los prestamos interbancarios, parece ser que se abren líneas de crédito a PYMES y familias, y sin embargo el Euribor sube. Por la desconfianza de los mercados, dicen los expertos. Hay muchas interpretaciones a esta paradoja, pero yo, egoístamente, voy a fijarme en el tema con la mirada simple e inocente de lo que soy, un ciudadano hipotecado: a partir de ahora y gracias al dinero público (o sea, mi dinero), a los bancos les va a costar menos el que pidan prestado, sin embargo a mi, que pago la rebaja del dinero de los bancos, me va a costar más caro el que he pedido prestado yo y no para especular con él, sino para pagar mi primera y única vivienda. Yo no se a los demás, pero a mi me parece que en algún punto del proceso alguien debe haberme tomado el pelo porque pago dos veces por la crisis mientras que quienes la han provocado no pagan ninguna y algunos incluso se lucran.
Si a esto le sumo que como funcionario público de la Universidad madrileña la presidenta de mi Comunidad ha decidido jugar con mi nómina supongo que con el único fin de culpar (de forma tan absolutamente falsaria y demagógica como efectiva entre sus fieles) de la catástrofe, si se consuma, al ejecutivo central con el tan tautológico, como falaz y conocido argumento "Zapatero maltrata a Madrid", pues cabe comprender mi enfado. Tengo la esperanza de que la estrategia sea simplemente crear inquietud, que esta desemboque en mucho ruido, culpar entonces convenientemente al gobierno y después aparecer como la abnegada salvadora de los madrileños sojuzgados por un gobierno que les castiga por su mal tino a la hora de votar, pero nunca se sabe, tal vez vaya en serio y realmente esté dispuesta a poner en riesgo el cobro de las nóminas de los trabajadores públicos. Si algún político hay en el mundo capaz de atreverse a semejante órdago, sin duda es ella porque otra cosa no, pero valiente lo es un rato.
Pero como soy un prodigio de civismo y no un avieso sindicalista, ni afiliado ni mucho menos liberado, confío en que la sra. Presidenta respete mi derecho a la crítica (llámese pataleo si se quiere) sin tildarla de instrumentalización partidista, de muestra de sectarismo o de agresión. Claro que si mi insolidaria pretensión de recibir una justa remuneración por mi trabajo con la que poder pagar la casa en la que vivo le resulta subversiva, antiliberal o, que se yo, comunista a mi muy liberal presidenta, civilizada y obedientemente le pediré disculpas. No quisiera verme en un informativo de telemadrid con una flecha roja sobre mi cabeza y un letrerito en el que pusiera "incubo rojo" o algo similar.

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