jueves, 16 de diciembre de 2010

Las relaciones obscenas

Vista la reacción de la Vicepresidenta Salgado al informe de Moody´s sobre las perspectivas de la economía española, habría que empezar a considerar la posibilidad de cambiar la denominación de su cargo por otra más puramente descriptiva de su actividad, algo así como Ministra de Relaciones con las Agencias de Calificación, aunque como esa es sólo una de las relaciones genuflexas que mantienen la Vicepresidenta en particular y el Gobierno en general con las instituciones públicas o privadas, físicas o etéreas que ellos identifican con los sacrosantos mercados y los demás simplemente consideramos iconos de neoliberalismo y teniendo encuenta que conviene en lo posible evitar la sinécdoque, habría que ampliar el campo de acción del término para incluir al todo y no sólo a la parte de forma que su vicepresidencia debiera pasar a llamarse simplemente Ministerio de Relaciones Obscenas. Y eso siendo generosos, porque si obscena es la contemplación de la sumisión de un gobierno democrático a entidades privadas reconocidamente tendenciosas e incompetentes (conviene no olvidar que el 80% de las entidades que se dedicaban a las hipotecas subprime tenían la calificación de triple A por parte de Moody´s), cuando los reproches que dirigen a un Estado soberano se fundamentan en cosas como que no se han tomado iniciativas para reducir el gasto en Educación y Sanidad pasan de ser obscenas a pornográficas. Ante semejante infamia no había otra opción que sacar pecho, no había más reacción posible que decirle a la agencia y a quien quisiera oírlo que efectivamente la Sanidad y la Educación universales, gratuitas, públicas y de calidad son las señas de identidad irrenunciables de nuestro Estado soberano y que harían bien los señores calificadores en alabarlo o guardar un respetuoso silencio, porque no es una cuestión de números, sino de principios, es el modelo de país que los ciudadanos que formamos parte de él hemos decidido que queremos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Controladores

Uno de los síntomas más evidentes de amortización de un proyecto suele ser la falta de aprovechamiento de los aciertos. La situación del presidente del gobierno es tal que ni aun haciendo las cosas bien, porque hay que reconocer que la crisis de los controladores se ha resuelto con rapidez, eficacia y autoridad, no le luce. Dicho esto asumiendo que no haya consideraciones legales que descalifiquen la solución adoptada, algo que no me consta y sobre lo que parece haber diferentes opiniones autorizadas: no deja de ser curiososo que las opiniones técnicas de los técnicos no sean objetivas en este pais en el que parece inevitable que todo se revista con un tinte partidista, por cierto. No todo debería ser interpretable.
En parte el error es suyo por no haber dado la cara y haber dejado que fuese el vicepresidente Rubalcaba quien capitalizara el éxito o el fracaso de la operación, lo cual, por cierto, parece dar credibilidad a quienes ven el advenimiento del supreministro en clave sucesoria, algo que yo me resisto a creer aunque estos días lo haya parecido, pero principalmente y si no lo consideramos como un hecho puntual, se diría que el agotamiento del presidente Zapatero se ha hecho tan evidente con esta crisis de los controladores que ni a él, con su optimismo fisiológico (o patológico, según quien lo diagnostique) se le puede haber pasado por alto.
Pero no conviene que las reflexiones sobre la situación del presidente Zapatero distraigan del asunto principal, que no es otro que la evidencia de que la actitud de los controladores merece la más enérgica reprobación por parte de todos los ciudadanos, y la merece aun en el supuesto poco probable de que tuvieran razón en sus reivindicaciones laborales. Sonroja por tanto la actitud de determinados medios y personas que en su afán de desgastar al Gobierno no dudan en defender al colectivo de controladores no en su situación laboral,  sino en aquello que a todo demócrata debiera resultarle visceralemente indefendible. La obscena exibición de mezquindad que se ha podido ver en algunos medios en estos dias por parta de algunos, pocos, políticos (e incluyo al inefable Gaspar Zarrías, aunque por otros motivos), comentaristas y periodistas debiera mover a la ciudadanía a la reflexión y, porqué no, a la alarma, entendida ésta como un estado mental, no legal.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Aznar y el silogismo

Aznar pensó en volver a la politica en 2007 "si veía a España desesperada". Wikileaks dixit.
Aznar no ha vuelto a la política.
Ergo Aznar no ve a España desesperada (aunque hable de ella como si lo estuviera).
¡Ah, las bondades del silogismo!

¡Que se ponga!

Miguel Gila, el gran humorista del absurdo, construyó uno de sus más recordados monólogos (aunque entonces no se llamaban así) sobre la idea de una particular confraternización con el enemigo, aquella famosa llamada telefónica que empezaba: ¿esta el enemigo?, ¡que se ponga! Las comparaciones son odiosas, y una de Gila con nuestro presidente sería especialmente injusta con el primero, que fue sin duda un genio en lo suyo, aun y todo considerando que el absurdo el señor Zapatero lo practica con notable asiduidad, así que me abstendré de comparar los discursos de ambos, pero sí le recomendaría al presidente que tuviera en cuenta que probablemente Gila fue el único que logró obtener algo positivo de este tipo de confraternizaciones absurdas con los adversarios, que no enemigos, y fue nuestra risa. Porque debiera darse cuenta el señor Rodríguez Zapatero que con su ridícula contemporización con Marruecos no ha logrado evitar lo que temía, esa "reevalución de las relaciones bilaterales", que asumiendo las posturas neoliberales del PP no logra ni el menor atisbo de apoyo por su parte (siempre queda el recurso del "ya es demasiado tarde"), que con la sumisión a los especuladores/mercados tampoco consigue nada porque éstos son insaciables y con ella no evita su acoso. ¿No sería más lógico en un escenario así enfrentar los problemas no desde la renuncia sino desde la defensa de los principios gracias a los cuales los ciudadanos le han otorgado la representatividad democrática? Porque si bien no se puede justificar la defección, humanamente se puede comprender si con ella se logra un objetivo que se considera un bien superior, pero si no es así, si de todas formas no se consigue nada, lo único que queda es la satisfacción de mantener un comportamiento decente, honesto, y eso es precisamente a lo que el señor presidente ha renunciado. Cuando la crisis se supere y comencemos el recuento de los pelos perdidos en la gatera será cuando realmente podamos ponderar el infausto papel de este Gobierno en nuestra historia democrática, porque siendo grave la apretura de los cinturones, a este paso a la larga sus efectos palidecerán en comparación con la magnitud del inventario de derechos perdidos.