jueves, 16 de diciembre de 2010

Las relaciones obscenas

Vista la reacción de la Vicepresidenta Salgado al informe de Moody´s sobre las perspectivas de la economía española, habría que empezar a considerar la posibilidad de cambiar la denominación de su cargo por otra más puramente descriptiva de su actividad, algo así como Ministra de Relaciones con las Agencias de Calificación, aunque como esa es sólo una de las relaciones genuflexas que mantienen la Vicepresidenta en particular y el Gobierno en general con las instituciones públicas o privadas, físicas o etéreas que ellos identifican con los sacrosantos mercados y los demás simplemente consideramos iconos de neoliberalismo y teniendo encuenta que conviene en lo posible evitar la sinécdoque, habría que ampliar el campo de acción del término para incluir al todo y no sólo a la parte de forma que su vicepresidencia debiera pasar a llamarse simplemente Ministerio de Relaciones Obscenas. Y eso siendo generosos, porque si obscena es la contemplación de la sumisión de un gobierno democrático a entidades privadas reconocidamente tendenciosas e incompetentes (conviene no olvidar que el 80% de las entidades que se dedicaban a las hipotecas subprime tenían la calificación de triple A por parte de Moody´s), cuando los reproches que dirigen a un Estado soberano se fundamentan en cosas como que no se han tomado iniciativas para reducir el gasto en Educación y Sanidad pasan de ser obscenas a pornográficas. Ante semejante infamia no había otra opción que sacar pecho, no había más reacción posible que decirle a la agencia y a quien quisiera oírlo que efectivamente la Sanidad y la Educación universales, gratuitas, públicas y de calidad son las señas de identidad irrenunciables de nuestro Estado soberano y que harían bien los señores calificadores en alabarlo o guardar un respetuoso silencio, porque no es una cuestión de números, sino de principios, es el modelo de país que los ciudadanos que formamos parte de él hemos decidido que queremos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Controladores

Uno de los síntomas más evidentes de amortización de un proyecto suele ser la falta de aprovechamiento de los aciertos. La situación del presidente del gobierno es tal que ni aun haciendo las cosas bien, porque hay que reconocer que la crisis de los controladores se ha resuelto con rapidez, eficacia y autoridad, no le luce. Dicho esto asumiendo que no haya consideraciones legales que descalifiquen la solución adoptada, algo que no me consta y sobre lo que parece haber diferentes opiniones autorizadas: no deja de ser curiososo que las opiniones técnicas de los técnicos no sean objetivas en este pais en el que parece inevitable que todo se revista con un tinte partidista, por cierto. No todo debería ser interpretable.
En parte el error es suyo por no haber dado la cara y haber dejado que fuese el vicepresidente Rubalcaba quien capitalizara el éxito o el fracaso de la operación, lo cual, por cierto, parece dar credibilidad a quienes ven el advenimiento del supreministro en clave sucesoria, algo que yo me resisto a creer aunque estos días lo haya parecido, pero principalmente y si no lo consideramos como un hecho puntual, se diría que el agotamiento del presidente Zapatero se ha hecho tan evidente con esta crisis de los controladores que ni a él, con su optimismo fisiológico (o patológico, según quien lo diagnostique) se le puede haber pasado por alto.
Pero no conviene que las reflexiones sobre la situación del presidente Zapatero distraigan del asunto principal, que no es otro que la evidencia de que la actitud de los controladores merece la más enérgica reprobación por parte de todos los ciudadanos, y la merece aun en el supuesto poco probable de que tuvieran razón en sus reivindicaciones laborales. Sonroja por tanto la actitud de determinados medios y personas que en su afán de desgastar al Gobierno no dudan en defender al colectivo de controladores no en su situación laboral,  sino en aquello que a todo demócrata debiera resultarle visceralemente indefendible. La obscena exibición de mezquindad que se ha podido ver en algunos medios en estos dias por parta de algunos, pocos, políticos (e incluyo al inefable Gaspar Zarrías, aunque por otros motivos), comentaristas y periodistas debiera mover a la ciudadanía a la reflexión y, porqué no, a la alarma, entendida ésta como un estado mental, no legal.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Aznar y el silogismo

Aznar pensó en volver a la politica en 2007 "si veía a España desesperada". Wikileaks dixit.
Aznar no ha vuelto a la política.
Ergo Aznar no ve a España desesperada (aunque hable de ella como si lo estuviera).
¡Ah, las bondades del silogismo!

¡Que se ponga!

Miguel Gila, el gran humorista del absurdo, construyó uno de sus más recordados monólogos (aunque entonces no se llamaban así) sobre la idea de una particular confraternización con el enemigo, aquella famosa llamada telefónica que empezaba: ¿esta el enemigo?, ¡que se ponga! Las comparaciones son odiosas, y una de Gila con nuestro presidente sería especialmente injusta con el primero, que fue sin duda un genio en lo suyo, aun y todo considerando que el absurdo el señor Zapatero lo practica con notable asiduidad, así que me abstendré de comparar los discursos de ambos, pero sí le recomendaría al presidente que tuviera en cuenta que probablemente Gila fue el único que logró obtener algo positivo de este tipo de confraternizaciones absurdas con los adversarios, que no enemigos, y fue nuestra risa. Porque debiera darse cuenta el señor Rodríguez Zapatero que con su ridícula contemporización con Marruecos no ha logrado evitar lo que temía, esa "reevalución de las relaciones bilaterales", que asumiendo las posturas neoliberales del PP no logra ni el menor atisbo de apoyo por su parte (siempre queda el recurso del "ya es demasiado tarde"), que con la sumisión a los especuladores/mercados tampoco consigue nada porque éstos son insaciables y con ella no evita su acoso. ¿No sería más lógico en un escenario así enfrentar los problemas no desde la renuncia sino desde la defensa de los principios gracias a los cuales los ciudadanos le han otorgado la representatividad democrática? Porque si bien no se puede justificar la defección, humanamente se puede comprender si con ella se logra un objetivo que se considera un bien superior, pero si no es así, si de todas formas no se consigue nada, lo único que queda es la satisfacción de mantener un comportamiento decente, honesto, y eso es precisamente a lo que el señor presidente ha renunciado. Cuando la crisis se supere y comencemos el recuento de los pelos perdidos en la gatera será cuando realmente podamos ponderar el infausto papel de este Gobierno en nuestra historia democrática, porque siendo grave la apretura de los cinturones, a este paso a la larga sus efectos palidecerán en comparación con la magnitud del inventario de derechos perdidos.

martes, 30 de noviembre de 2010

Wikileaks

Ante la perspectiva de que muchos ciudadanos caigan en la tentación de creer que wikileaks es una suerte de evolución del periodismo, los próceres del periodismo de nuestro país han decidido defender su terreno y proclamar a los cuatro vientos que wikileaks no hace periodismo. Perfecto. Yo añadiría que tampoco lo pretende. Lo que hace wikileaks, y lo hace muy bien, es hacer pública información sin mutilarla, interpretarla ni explicarla, y pone con ello a disposición de los periodistas de verdad la materia prima que ellos debieran haber obtenido por su cuenta, a ver si así se deciden a hacer su trabajo. Es tan cierto que las informaciones reveladas no son en su mayor parte, por así decirlo, escandalosas, como también lo es que el mayor daño que causa esta revelación a la diplomacia estadounidense no es por su contenido sino por el hecho de que sus sistemas de seguridad sean tales que permitan semejantes filtraciones. Porque nadie puede sorprenderse de que la diplomacia estadounidense presione con todos los medios a su alcance para luchar por sus intereses, supongo que con mayor o menor fuerza y con mayor o menor elegancia todos tratan de hacerlo. ¡Faltaría más! Se diría incluso que les pagan para eso. Lo que debería hacernos reflexionar no es que el embajador de Estados Unidos llame a empresarios, políticos, fiscales o incluso al Rey para tratar de influir en ellos, lo verdaderamente escandaloso es que éstos se dejen influenciar. Wikileaks hace bien en obtener secretos (o cotilleos, o simple información) y ponerla a disposición de la ciudadanía, nada que objetar, pero discrepo acerca de que esta filtración haya desnudado a la diplomacia estadounidense, las verguenzas que vemos hoy en portada son las nuestras, y de lo que nos hablan no es del talante colonialista de Estados Unidos, sino de la falta de dignidad y sentido de estado de determinadas personas que ocupan cargos institucionales sensibles en nuestro país. No culpo a quien se considera amo sin serlo, sino a quien, tan impropia como voluntariamente, se considera súbdito.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Elecciones catalanas

Más allá de la holgada victoria de CiU en Cataluña o de los sonoros descalabros del PSC y ERC (por no hablar de los. digamos, discretos resultados de UPyD), lo que verdaderamente me llama la atención es la entrada en el parlamento de un partido tan vacuo de ideas, propuestas y argumentos como el personalista invento ad hominen de Laporta, cuya única aportación pasa por ser la de trabajar por la independencia desde el primer día y lograrla en esta legislatura. La primera ley que presentarán en el parlamento, han dicho, será la de independencia. No parece que tengan pues la intención de trabajar mucho, porque si sólo prometen una cosa y esta ni está en su mano ni parece probable que sea respaldada por un porcentaje significativo ni de la cámara ni de la sociedad, diríase que van al Parlament única y exclusivamente a vender humo.
La buena noticia es la consolidación de C´s. Aunque a nivel estatal el proyecto no arraigara y se cayera en notorios errores que no viene al caso recordar que provocaron la salida de una gran parte de la militancia, algo especialmente notorio en Madrid, que es lo que conozco, hay que reconocer que, de los partidos con representación parlamentaria en Cataluña, siguen siendo ejemplo de coherencia y sensatez.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Gallardón, el funambulista

No hace mucho, paradójicamente antes de la pomposa "refundación del capitalismo", la ingeniería financiera era algo que se diseñaba en la intimidad de los sanedrines donde se manejan los secretos de las cosas del dinero, mientras que a los ciudadanos nos llegaba únicamente un runrun que nos hacía apenas vislumbrar la idea de que en el siglo XXI la contabilidad se había convertido en una más de las ciencias oscuras sólo accesibles a iniciados que tan exhaustivamente se glosaban el el Péndulo de Foucault. Sin embargo, llegada la crisis y el 2010, a las piruetas contables se les ha caísdo la misteriosa máscara que las cubría y se hacen ya no en secreto, sino a plena luz del día y no las llevan a cabo comités de cincuentones con tirantes que fuman puros con los pies sobre las mesas de sus despachos de wall street, sino que son los gestores de lo público quienes se atreven con los malabarismos. Con dinero público, eso sí. Y sin rubor. Es esta una aportación más de Gallardón a los usos y costumbres de la democracia moderna, tras gastar mucho más de lo que tenía y culpar de ello al Gobierno, y no a sí mismo, ahora decide, para ir tirando, vender Mercamadrid a una sociedad municipal, lo que en titulares ha venido en describirse como que se la ha vendido a sí mismo, para así conseguir liquidez en las cuentas municipales con la que poder hacer frente a sus compromisos con los acreedores. En fin, no digo yo que no sea legal, que probablemente lo sea, pero hay que reconocer que no se puede decir que sea muy elegante, además de que es triste que un alcalde democrático deba recurrir a semejantes artificios para cumplir con sus compromisos.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Ana María Matute

Quiero creer, como dice ella, que  tal vez la infancia sea más larga que la vida, al menos me atrevo a asegurar que sería desebale en muchos casos y como mínimo que es de alegrarse que ella haya conseguido que la suya, su infancia, sea de momento al menos igual de larga que su vida. Porque siempre es un placer hacerle un regalo a un niño, aunque sea grande, aunque cuente bastantes más años que uno mismo, y porque sólo de su desbordante imaginación de niña junto con su deslumbrante talento de escritora podían nacer obras tan inolvidables como Paraíso inhabitado u Olvidado rey Gudú, solo de la inocente crueldad de los niños puede nacer una muerte tan desgarradora y a la vez tan hermosa como la del trasgo del sur en ese último libro, su preferido y el de tantos. La concesión del premio Cervantes a Ana María Matute ha sido una de las noticias de estos tiempos revueltos que más me han alegrado y quisiera desde aquí felicitarla por haberlo conseguido, pero sobre todo agradecerle sus obras y esa extraña sensación de satisfacción un tanto íntima que, como lector suyo, tuve al saber de este reconocimiento que se me antojó concedido a mi propia abuela o, vaya usted a saber, a mi propia hija pequeña.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Centenario de la muerte de Tolstoi

Mañana se celebra el centenario del fallecimiento de Tolstoi en la estación de tren de Astápovo, probablemente el suceso más comentado y por tanto tergiversado de la vida de un gran hombre de cuantos hayan llegado a nuestros días. Tenía la intención de rendirle un pequeño homenaje íntimo, que era leer el que probablemente fuese su libro más querido y el que consideraba más trascendente (no desde luego por cuestiones literarias), El evangelio abreviado, pero no pude esperar y ayer comencé con su lectura y desde entonces he caído en un bucle tipo día de la marmota y según acabo el prólogo comienzo a leerlo de nuevo. Y no porque no se entienda lo que quiere decir, que lo dice muy clarito como corresponde a su cualidad de gran hombre, algo sobre lo que reflexiona con acierto aunque no refiriendose a su persona (sostiene Tolstoi que la enseñanza de un gran hombre es grande sólo porque expresa de forma comprensible y clara lo que otros expresaron confusa e incomprensiblemente), sino por la brillantez expositiva y la originalidad de su planteamiento. Pensé también transcribir algunos pasajes o exponer brevemente las ideas recogidas en el prólogo, pero hay cosas que no deben contarse sino que deben beberse directamente de la fuente, porque al igual que sostiene él que ocurre con los evangelios y la enseñanza de Cristo, los comentaristas no hacen sino falsear el original. De forma que me limitaré a recomendarlo fervientemente, no como lectura teológica, yo mismo no soy religioso y no es probable que a estas alturas me convierta, ni siquiera al tolstoianismo, sino porque simplemente merece la pena. Lo que cada uno obtenga de ella es asunto exclusivamente suyo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cuervo ingenuo

Doña Ángeles González Sinde, a la sazón Ministra de Derechos de Autor, antes Cultura, tuvo ayer a bien decirle a los integrantes del mundo de la Cultura que se han significado en defensa del pueblo saharaui que no debieran opinar sobre estos temas en los que no son expertos, porque lo único que consiguen es contribuir a la confusión. Siguiendo su razonamiento a ella hay que hacerle caso en esto porque es sin duda una voz autorizada: pocas personas como ella conocen los riesgos de opinar sobre temas que se desconocen, no en vano es ministra de no pocos de ellos. Me pregunto si en la próxima campaña electoral mantendrá su tan autorizada tesis o correrá a pedirle a las gentes de la cultura que le presten sus caras conocidas para tratar de arañar con ellas algún voto o preferirá que, ya que no son expertos en política, se mantengan alejados de todo acto de significación partidista.
La falta de respeto a la ciudadanía es mayúscula, si esto les dice la ministra a los artistas, me pregunto qué no dirá de la manifestación pública de la libre opinión de los ciudadanos, que ni son expertos ni tienen derechos de autor ni nada. Algunos incluso tenemos el atrevimiento de contribuir a la entropía mediante asociaciones, blogs o, en fin, instrumentos democráticos de libertad de expresión. Debemos ser sin duda responsables, confusión mediante, de la escasa calidad de nuestra democracia. 
No sé que opinará el presidente, quien como experto en  nombrar ministros mediocres tendrá sin duda el placet de la señora sinde para hablar de su propia mediocridad, de las palabras de la ministra. Tampoco importa mucho, porque como dice la canción que Javier Krahe (otro artista opinando de política, ¡si es que son incorregibles!) le dedicó al hoy nuevamente trending topic Felipe González, cuervo ingenuo: hombre blanco hablar con lengua de serpiente, hombre blanco hablar con lengua de serpiente.

martes, 16 de noviembre de 2010

Luís José Zapatero Rodríguez

Si tenemos en cuenta que cuando saltó a la luz pública la crisis de Grecia el Gobierno de España invirtió la mayor parte de sus esfuerzos de comunicación en decir "España no es Grecia", cabe suponer que ahora esos próceres de la comunicación que componen el nuevo gabinete pasen los días repitiendo allí donde haya un micrófono dos nuevos mantras: España no es Irlanda y España no es Portugal. Dada la situación económica se entiende que deseen dejar claro ese punto. Sin embargo no es probable que veamos a muchos ministros diciendo públicamente España no es el Sáhara, y eso que el Sáhara ha sido España y ahora es un país ocupado militarmente a causa principalmente de la abdicación de sus responsabilidades de la que fue su potencia colonizadora. España, se entiende. Preferirán sin duda el silencio o la hipocresía, aunque sólo sea por respeto a su tradición. No es una cuestión de retórica,  no es que la brillante oratoria de los nuevos ministros rehuya las evidencias, es que está en el ánimo de nuestro Gobierno que la ciudadanía siga sus pasos en la senda de defección por la que tan sin rubor transita y olvide y abandone al pueblo saharaui no a su suerte, sino en las totalitarias manos asesinas del tirano de Rabat. Pues no es probable que eso vaya a suceder. Puede el señor Zapatero aparcar sus ideales, su ideología y sus compromisos, como de hecho ha sucedido, hasta puede mentirnos diciendo que no lo ha hecho o que lo ha hecho por razones de Estado, puede incluso tratar de convencernos de que ese desconocido que actualmente gobierna España, imagen especular del ganador de las elecciones de 2004 al que podríamos llamar para entendernos Luís José Zapatero Rodríguez, es algo más que un clon (perdonen mi escaso dominio del inglés, ¿clon o clown?) del original que en el proceso de clonación sufrió un accidente similar al de la película "La mosca" o un pedestre Fronkonstin al que le implantaron uno de esos cerebros que los participantes de ciertas fiestas del te dejan en la entrada de la casa como otros dejan las zapatillas, para no ensuciar supongo, pero lo que no va a lograr es que los ciudadanos de repente veamos gris lo blanco y lo negro, ahora que para él parecen haber muerto los colores. Nosotros defendemos nuestras ideas, las que sean, por convicción, no por conveniencia, por eso no nos resulta tan fácil aparcarlas para defender otras contrapuestas cuando coyunturalmente nos lo exijan en nombre de sacrosantos intereses geopolíticos o socioeconómicos. 
Hay situaciones en los que la moderación y la equidistancia no le convierten a uno en estadista, sino en cómplice, y ésta, señor Presidente, es una de ellas.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La vergüenza, Agdaym Izik

Hay asuntos en los que la previsibilidad de los gobernantes es un valor añadido, mientras que hay otros en lo que es lamentable, descorazonadora. El gobierno de Marruecos ha actuado en el asalto al campamento de Agdaym Izik exactamente como se esperaba de él, es decir, según su tradición jingoísta, totalitaria, criminal  y contraria a los derechos humanos, mientras que el gobierno español ha hecho tres cuartos de lo mismo comportándose según su mezquina diplomacia de la equidistancia, la no asunción de sus responsabilidades históricas y la supeditación de la justicia, la legalidad internacional, las resoluciones de la ONU y la defensa de los legítimos derechos del pueblo saharaui a intereses económicos y geopolíticos.
Que una situación como esta no sorprenda a nadie, por más que indigne a muchos, dice mucho de la calificación política, pero sobre todo moral, que merecen ambos gobiernos, porque no se trata de un hecho aislado, de un error de apreciación, sino de la consecuencia lógica, previsible y prevista de una política miserable de renuncia de ambos a una visión decente no ya de la política, sino de la naturaleza humana. Ya que no cabe de ellos esperar rastro de nobleza o de justicia en sus acciones, cabría pedirles que al menos no añadan la hipocresía a su larga lista de faltas en este tema y que antes de decir algo como que la postura de nuestro gobierno consiste en esperar a que se pongan de acuerdo las partes se callen. Porque cuando una de las partes es tiránica y somete a la otra a sangre y fuego bajo su manto totalitario, el único acuerdo esperable es el que se ha obtenido, que unos decidan libremente como matan mientras los otros deciden libremente como mueren que, por cierto, los otros, los saharauis, han decidido morir con dignidad y coraje. Ya se encargará la sociedad civil de rellenar el silencio de sus gobernantes con sus demandas de justicia y su solidaridad. Hasta el silencio, imperdonable en estos asuntos, sería preferible al ignominioso oprobio actual.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Agresivo, ¿quién?

Ni las personas más inteligentes, y el Papa es probable que forme parte de ellas, está libre de decir una sandez ocasionalmente. El error de confundir laicismo con anticlericalismo no es nuevo, pero resulta impropio de alguien del presitigio intelectual del Jefe del Estado Vaticano caer en él porque el laicismo, al menos el que me consta que se vive en España (sin que sea perfecto ni esté libre, como cualquier otro movimiento, de minorías extremistas) no sólo no está reñido con la religión sino que son perfectamente compatibles. De hecho son numerosos los laicistas que son a la vez religiosos e incluso teólogos o sacerdotes. Porque lo único que el laicismo pide, y parece razonable, es que aquello que afecte a la moral individual de los ciudadanos se quede ahí, en su esfera privada y que todos y cada uno de los ciudadanos puedan vivir sus convicciones en la mayor libertad posible. No hay agresividad en eso, al contrario, si hay algo que caracteriza claramente al laicismo en relación a la religión es el respeto. Dudo que exista un sólo ciudadano en nuestro país al que se le coarte a la hora de vivir conforme a las normas que su moral católica le dicte, sin embargo lo que ni el Papa ni nadie puede pretender es que se obligue a vivir conforme a esas mismas normas a quienes no las comparten. El marco de convivencia, el conjunto de normas exigibles a la ciudadanía que garantizan la convivencia en libertad y que, estas sí por cierto, no se pueden considerar injerencia arbitraria en su esfera privada, no cabe buscarlo en ningún libro sagrado (y digo ninguno) sino en la constitución y el conjunto de leyes  y normas que de ella emanan.
Sobre la aporética comparación con la situación actual y la de los años treinta es preferible guardar un prudente silencio para no dignificarla con un respeto intelectual que no merece.
Por otro lado es posible que la breve diatriba del Papa no se refiera a la sociedad civil tanto como al gobierno, lo cual puede resultar entretenido como ficción pero roza el absurdo si se compara con la realidad, porque este gobierno ha favorecido a la Iglesia Católica renegociando al alza todos sus acuerdos de financiación, manteniendo el democráticamente inaceptable concordato, perpetuando la anormal situación de la docencia de religión o, sin ir más lejos, gastando cantidades ingentes de dinero público en la visita de su cabeza visible cuando la situación de crisis económica es acuciante, y todo ello en un grado tal que su actuación no sólo rebate que el gobierno pueda practicar un laicismo radical, sino que queda claro que no es en absoluto laicista y que, como gobierno, no sólo no ha avanzado en el mandato constitucional de aconfesionalidad del Estado sino que ha abundado en la consagración de la discriminación positiva de la que la Iglesia Católica disfruta en este país.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Tea Party

Lo llamativo del ascenso del Tea Party en Estados Unidos no es que un porcentaje más o menos amplio  de la población decida libremente apoyar la opción ideológica que estime oportuna sea por identificación intelectual o por cuestiones coyunturales, lo que verdaderamente me sorprende es que se pueda cimentar un movimiento politico o social sobre algunas ideas fuerza que en el mejor de los casos son mentiras escandalosas. No me refiero lógicamente a las recurrentes solicitudes de adelgazamiento del estado, eso lo pide mucha gente en muchos sítios en legítimo ejercicio de su libertad sin que por ello se configure un movimiento con ínfulas de novedoso, me refiero a la inadmisible formulación "que nos devuelvan nuestro país", que implica que en opinión de los sostenedores del tea party la mayoría votos de los ciudadanos que dieron el poder al Obama no conforman una mayoría democráticamente legítima, sino que su libre decisión es en realidad un robo, no una clara y limpia victoria electoral. Porque claro, el país no es del conjunto de los ciudadanos, sino sólo suyo y por eso se consideran legitimados para reclamar lo que les pertenece, porque vaya usted a saber esos votos que sustentaron el advenimiento de Obama de qué clase de ciudadanos de segunda son. Otro tipo de eslóganes, imagino que más publicitarios que otra cosa como que Obama no es estadounidense o que es marxista y/o leninista o musulman, no merecen comentario. Sí lo merece no obstante el disfraz de defensores de la libertad individual que tan sin decoro visten, porque no es cierto que defiendan la lebertad individual, sólo lo hacen frente al estado pero la sirven sin sonrojo en bandeja a los defensores de la moral ultracatólica (creacionismo incluido) con los que se identifican, porque en moral, igual que en política, son dueños de la verdad, que es única y absoluta, y por tanto someterse a ella obligatoriamente no es liberticida, sino decente.
Pedir menos impuestos o menos Estado es lo de menos, es una opción más y se puede defender con cierta solvencia política e intelectual como lo hacen por lo demás innumerables políticos demócratas en el mundo, pero el Tea Party no es sólo eso y por tanto harían muy bien los políticos de nuestro país que parecen querer subirse a su emergente carro en explicar muy bien a qué vagones se suben y a cuales no porque si algo nos sobra en este país son extremismos y no tenemos ninguna necesidad de importar otros nuevos por muy de moda que estén y por mucho que sólo lo sean (o especialmente si lo son) en el terreno moral.

jueves, 28 de octubre de 2010

De molinos y gigantes

En un momento de la novela "Los siete Ahorcados", de Leonid Andreiev, Musia, uno de los personajes que va a ser ahorcado, dice que cuando mil disparan a uno, el uno ya ha vencido. Moralmente, se entiende. Puede que en este mundo no se le de mucha importancia a las victorias morales, a los vencedores no les restan dolor ni a los vencidos les inmutan lo más mínimo, pero lo son, más en el caso de la última victima de mil disparos cobardes, Nayem Elghari, el niño saharaui vilmente asesinado por el ejercito marroquí, quien, como todos los suyos, la victoria moral la llevaba puesta mucho antes que las balas.
Estuve tentado de escribir que el nuevo desenmascaramiento de la verdadera cara del régimen alauí sería tal vez el único consuelo para los familiares de Nayem (y de los otros desaparecidos), pero pronto decarté la idea porque no es verdad que la verdadera cara de la dictadura marroquí les sea desconocida a los líderes políticos europeos, de hecho la conocen muy bien pero les resulta indiferente porque el sentido de la justicia hace tiempo que se supeditó a los intereses económicos y geopolíticos.
El Sáhara es para nuestro presidente lo que sería el campo eólico de La Muela para el Quijote, tan aturdido se siente ante lo que en realidad es un ejército de molinos que son gigantes y de gigantes que son molinos que súbitamente olvida que en otras causas gusta de ser Quijote y se siente no ya Alonso Quijano sino que viste la piel del bachiller Sansón Carrasco y se olvida de que hay un entuerto que desfacer para ocuparse  únicamente en sacar el mayor beneficio posible del mismo. Me imagino al presidente Zapatero cuando alguien le conmina a hacer algo de una vez en relación al asunto del sáhara (porque soy incapaz de creer que no haya en su partido quien se alinee con el pueblo saharaui) y él de repente se transmuta en otro trasunto moderno del noble hidalgo, el escribiente Bartleby, y por toda respuesta dice: preferiría no hacerlo. Personifica en esto el presidente uno de los males de la sociedad de inicio del siglo XXI la cual, en el convencimiento de que los enemigos son gigantes invencibles, renuncia de antemano a presentar la batalla. 
La victoria moral de Nayem Elghari no reside en dar a conocer lo que todo el mundo conoce, ni siquiera en recordarnos que los gigantes no son invencibles, sino sobre todo en compartir con nosotros una verdad más importante que cualquier causa por justa que sea: que los gigantes, en realidad, son molinos.

martes, 26 de octubre de 2010

Silencio en el desierto

Sin llegar al colorismo verbal de Arturo Pérez Reverte, quien siga este blog conoce mi escaso aprecio por el exministro Moratinos, muy especialmente a causa de su política hacia el pueblo saharahui. Tenía ayer su sustituta una ocasión estupenda para apartarse de la vergonzante línea que el gobierno había seguido hasta ahora, podía haber condenado el asesinato de un adolescente por parte de fuerzas del ejército marroquí cuando trataba de salir de un campamento para cometer el terrible delito de buscar algo de comida, pero la línea fijada parece ser inamovible hasta el punto que considero estéril responsabilizar por ella a la nueva ministra, cuando parece evidente que es el propio presidente quien la marca. No sé que espera encontrar el señor Rodríguez Zapatero al final de esa línea, me temo que en su política con Marruecos sigue la misma línea que seguía Emilio Aragón en aquellos programas en que se preguntaba ¿encontrará este hombre el final de la línea blanca?, y andaba y andaba sin llegar jamás a su destino, sólo espero que el resto de fuerzas políticas y sociales sean capaces de expresar  tan contundentemente el rechazo del pueblo español a la represión marroquí como su apoyo al pueblo saharahui. Porque es de justicia.

viernes, 22 de octubre de 2010

La comunicación

Me llamarán susceptible, pero a mi esta obsesión del Presidente del Gobierno por justificar la crisis (la de gobierno, no la otra) en los supuestos problemas de comunicación del anterior gabinete me resultan notablemente irritantes. Tratan de convencernos de que el malestar existente en la ciudadanía con las políticas del Gobierno no se debe al aumento desbocado del paro, a los recortes de derechos y gasto sociales, a la pérdida de poder adquisitivo, a la rendición a los mercados, a la nefasta gestión o la la abjuración pública de los principios ideológicos que se suponía sustentaban al gobierno o al menos en virtud de los cuales un porcentaje mayoritario de los votantes lo eligieron, nuestro malestar se debe a que los anteriores ministros no sabían comunicar sus luminosos logros y nosotros, que no debemos ser especialmente listos por lo que se deduce, no somos capaces de verlos por nosotros mismos. Zapatero se ve que sí ha sabido comunicar sus conquistas, porque no se ha cesado a sí mismo, González Sinde o Garmendia también, porque tampoco las ha cesado, y sin embargo ahora mismo no logro recordarlas. Lo dicho, escasos de luces andamos.
Los próceres de la comunicación política comienzan por tanto su esplendorosa cátedra llamando tontos a los ciudadanos, lo que no parece un gran comienzo, pero sobre todo, lo que me pone los pelos como escarpias es la posibilidad de que realmente, gracias a su inigualable oratoria, logren que de verdad nos enteremos de todo lo que han hecho, de lo que no han hecho y de como estamos realmente a consecuencia de ello, porque con lo que sabíamos hasta ahora ya sabemos suficiente para estar más que hartos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Una escueta lanza rota

Como doctores tiene la iglesia, no es mi intención comentar lo sustancial de la remodelación del Gabinete Ministerial decidida por el Presidente Zapatero, aparentemente positiva en muchos aspectos, sino centrar mi atención en un tema probablemente accesorio, pero en el que, me parece, merece la pena detenerse un momento.
Cuando el presidente ha encargado a alguien una tarea de especial dificultad, no técnica ni de gestión, sino de desgaste personal, como ocurrió con Miguel Sebastián en su infausta candidatura al Ayuntamiento de Madrid o, más recientemente, con Trinidad Jiménez en las primarias de la Comunidad de Madrid, ha acostumbrado  a compensar después los esfuerzos de sus sufridos escuderos con una notable promoción política en forma de sillón ministerial. Sin embargo, en el caso de la aun ministra Bibiana Aído, probablemente la persona que mayores y más feroces ataques personales ha padecido en esta, nuestra tan maleducada democracia, y una de las personas que, por tanto, mayor desgaste personal debe haber sufrido pese a lo cual ha conseguido sacar adelante no sólo cuantos objetivos, difíciles todos ellos, se le han encomendado sino también el aparentemente no menos complicado de la presencia pública (meritoria en un Gabinete plagado de ministros invisibles, más teniendo en cuenta consideraciones de dimensión presupuestaria y de recursos humanos puestos a su disposición), no parece que vaya a ser así. Si nos tomáramos todos la, por otro lado hercúlea, tarea de apartar el ruido y la demagogia que ha rodeado su gestión y nos ciñésemos a logros, fracasos, objetivos cumplidos y, lo que no es menos importante, desempeño personal (la ministra se ha mostrado amable e incluso sonriente en muchas circunstancias en las que muchos de nuestros más curtidos próceres de la política, desgraciadamente, habrían recurrido al exabrupto o cuando menos a la irritación) nos daríamos cuenta de que ha sido una de las mejores ministras (léase ministras y ministros) de la etapa Zapatero.
Valgan pues estas breves palabras como reconocimiento público a la labor de Bibiana Aído, a sabiendas de que a sus oídos, tristemente acostumbrados a otro tipo de mensajes, es probable que no lleguen, pero quien en mi opinión merece que, aunque sea por una vez y como despedida, alguien rompa por ella una lanza y no sea para clavarle una parte y golpearla con la otra. Aunque hoy atardezca en Cádiz, mañana, sí o sí, amanecerá de nuevo, aunque lo haga sin más recompensa que alguna que otra escueta lanza rota y, eso sí, la íntima  e impagable satisfacción por el deber cumplido.  Suerte en el futuro.

Descentralizando, que es gerundio

Es curioso como el mal uso de algunas acciones llega a contaminarlas hasta tal punto que su sola mención se percibe como algo negativo, cuando lo único negativo es el mal uso, no la acción en sí. A estas alturas de partido cuando gran parte de la ciudadanía oye hablar de transferencia de competencias a una comunidad autónoma, algo perfectamente normal, lógico y deseable si se hace para lograr un mejor funcionamiento de la competencia en cuestión acercándola a sus destinatarios, los ciudadanos, lo percibe claramente no sólo como algo negativo, sino como una agresión hacia el resto de los ciudadanos del Estado (muchos de los cuales, en según que casos, ya gozan de esa competencia descentralizada desde hace tiempo, pero sin ruido ni demagogia). Es el desenlace lógico de un proceso en el que se ha perdido de vista el objetivo, la solución de los problemas de los ciudadanos, y se ha convertido la descentralización no en un proceso racionalizador y optimizador de recursos, sino en recurrente moneda de cambio para la compra de apoyo político. 
Lo único que se le debiera a exigir a un proceso de transferencia de competencias sería que su gestión mejorara con ello y que todas las comunidades que desearan acceder a él pudieran hacerlo en igualdad de condiciones. No es cierto que la descentralización deba ser asimétrica ni que deba generar desigualdades y agravios comparativos, aunque en la práctica acostumbre a ser así.
Tampoco hay nada malo en la negociación política, al contrario, debiera ser el trabajo fundamental de nuestros parlamentarios, siempre teniendo en cuenta que el fin no justifica necesariamente los medios y que tanto en el fondo como en la forma hay líneas rojas que jamás deben no ya traspasarse, sino pisarse de refilón.
Así pues no es criticable que el gobierno decida traspasar competencias al País Vasco, pero sí lo hay en que eso se haga como contrapartida al apoyo del PNV a los presupuestos generales, sí lo hay en que se negocie no con el gobierno de esa comunidad autónoma, sino con la oposición y sí lo hay en que se transfieran sólo al País Vasco y no al resto de Comunidades que deseen acceder a esas mismas transferencias y, en su caso, se les niegue.
Llegados a este punto no cabe esperar que la descentralización del Estado se racionalice, que sea una cuestión de gobernanza y no de mercadeo, sino sólo aguardar pacientemente a que se culmine, que todo aquello susceptible de descentralizarse (que no es todo, ni mucho menos) se transfiera y confiar en que entonces por fin nuestros gestores de la cosa pública, si recuerdan cómo hacerlo o al menos que ésa es su misión, se pongan a hacer política de verdad. Será divertido ver cómo llegan a acuerdos quienes se han acostumbrado a comprarlos y/o venderlos.

martes, 5 de octubre de 2010

El bosque sombrío

Acaba Turguenev su genial novela "Nido de nobles" describiendo una escena en la que aparentemente pasa bien poca cosa pero en cuya inacción se encierra todo un mundo, o toda un vida que viene siendo lo mismo. Tras la intensa carga emotiva recibida por el lector, culmina esta escena el autor diciendo que hay momentos en la vida que sólo cabe aludir a ellos y pasar de largo, y tiene mucha razón. Supongo que el presidente Zapatero y su ministra de sanidad quisieran que éste, el de las primarias del PSOE en Madrid, fuera uno de esos momentos y tras las profusas alusiones que todos los medios han hecho a este proceso, por lo demás honroso desde el punto de vista democrático, se desvaneciera cuanto antes y no dejara más rastro que ese tan frágil que conforma la memoria colectiva, pero no parece que vaya a ser así.  No es ni por el proceso ni por la evidencia que éste supone de la infinita capacidad de algunos para tropezar en la misma piedra tantas veces como pasan por el camino, por lo que la campaña de Trinidad Jiménez merece un comentario, y no precisamente favorable. Lo merece porque representa un empobrecimiento sin límites que una política veterana en representación del aparato de un poderoso partido no tenga otra cosa que ofrecer a la militancia que el pseudoargumento "debéis elegirme porque tengo más probabilidades de ganar". Tal vez lo haya soñado yo, pero juraría que esto de la política, formalmente al menos, era una cuestión de ideas, una plaza en la que diferentes personas en representación de diferentes sensibilidades confluían y exponían a todos qué querían hacer y cómo, los ideales que les impulsaban y las medidas concretas que deseaban poner en práctica, su modelo de sociedad, sus medidas económicas, sus propuestas, sus reformas, qué cambiar y qué mantener, y ya sé que  para los partidos mayoritarios desde hace tiempo eso sólo era una pose, una simulación para que los ciudadanos siguiéramos pensando que a nuestros representantes les importaban algo nuestros problemas, pero ya hasta la pose hemos perdido. La solución a nuestros problemas no importa lo suficiente a nuestros ¿representantes? como para al menos tomarse la molestia de mentirnos al exponernos cómo tratarán de solucionarlos. Simplemente se trata de conquistar el poder y ahora se permiten el lujo de decirlo claramente. Tristemente, un pseudoargumento como el expuesto (votadme porque tengo más probabilidades de ganar) no sólo no ha merecido el menor reproche público sino que se ha asumido como válido e incluso acertado. Supongo que es la conclusión lógica de tanta mercantilización y nuestro justo castigo por permitirla, pero a mi, y que me perdone Trinidad Jiménez, quién por lo demás siempre ha gozado por mi parte de una cierta simpatía y de quien, francamente, espera uno mucho más, me suena, lisa y llanamente, a prostitución de las instituciones democráticas. Y conste que no entro a valorar si además de lo dicho el argumento es verdad o no, porque a estos efectos es indiferente.
Y no ha ganado, al menos no esta vez, aunque sospecho que no por lo que de podredumbre intelectual supone, sino por razones más de andar por casa como lo son la rebelión ante la imposición desde arriba frente al trabajo desde la base. Pero el paso ya se ha dado y socialmente se ha aceptado, y esa es la triste conclusión que más me llama la atención de estas primarias, no la victoria de un candidato u otro que en cualquier caso no serán los míos.
Volviendo a Turguenev para finalizar, hay que darle la razón cuando dice que el alma ajena es un bosque sombrío, pero en el caso del presidente Zapatero o de los responsables de esta situación, sean quienes que sean, la falta de luz no está provocada por la majestuosidad de los árboles sino por la abundancia de maleza, lo que, además de oscuro, lo ha tornado impenetrable. No soy capaz a estas alturas de imaginar qué le pasa por la mente al presidente ni hasta donde está dispuesto a arrastrar por el fango las históricas siglas que representa, pero tengo claro que hace tiempo que no merece la pena el esfuerzo de tratar de iluminar ni tan siquiera la escasa porción de bosque que antes permanecía a la vista de los ciudadanos.

viernes, 28 de mayo de 2010

Zapatero y el grano de arroz perdido

Cuenta la leyenda que Jadiya, la primera mujer de Mahoma, se encontraba un día separando granos de arroz para dar a los pájaros aquellos que estaban roídos por los gusanos y aprovechar los demás para preparar la comida, cuando se le cayó un grano al suelo. Su marido había prescrito que ningún alimento que viniese de la tierra debía desperdiciarse de modo que se puso a buscar concienzudamente el grano de arroz perdido, cosa que no logró hacer. Afortunadamente para ella, tenía al profeta a mano así que le planteó el problema para que este le indicara cómo debía proceder y el marido, en su sabiduría, propuso la siguiente solución que, por prudencia, seguro que los amables lectores se harán cargo, no voy a valorar: decidió el profeta inundar la habitación porque, toda vez que el grano de arroz debiera flotar, así sería mucho más fácil encontrarlo, cosa que lograron cuando el agua les llegaba por las rodillas.
Sin entrar en análisis de coste/beneficio de tan sorprendente técnica de búsqueda de objetos perdidos ni tan siquiera tratar de averiguar la moraleja de esta historia, creo haber encontrado en ella algo que la pone de actualidad, y es que nuestro presidente del Gobierno, ante el evidente extravío de su carisma (entre otras muchas pérdidas) y cabe suponer que alianza de civilizaciones mediante, ha decidido aplicar las enseñanzas del profeta e inundar el país de medidas antisociales, recortes, decretos, bandazos y palabras huecas en nombre de una tan supuesta como falsaria responsabilidad de estadista, sólo que, como suele suceder cuando se actúa con convicciones ajenas (de esto sí debería tomar nota el Gobierno) de momento no ha logrado su objetivo, aunque en el proceso muchos de los ciudadanos por cuyo bienestar debiera velar se ahoguen en su infame inundación.
Igual que desconocía que enseñanza pretendía transmitir Mahoma con la primera historia a sus discípulos, no me siento capaz de adivinar qué aprenderá nuestro presidente de la actual situación del país, los ciudadanos sacaremos muchas conclusiones, no me cabe duda, pero probablemente para él no haya más moraleja que la confirmación del siguiente hecho: el carisma no flota.

jueves, 13 de mayo de 2010

Perro herbívoro, asno carnívoro

Dice un proverbio del Cáucaso, creo que concretamente Checheno: "un perro obsequió a un asno con carne, y éste le ofreció paja al perro, con lo que ambos se quedaron hambrientos". Esta sencilla sentencia venía siendo hasta ahora una metáfora perfecta de la vida parlamentaria española en la que cada parte entiende el debate como el ofrecimiento al contrario de algo coherente para sí mismo pero inaceptable para el otro, mientras que, lógicamente, toda vez que el contrario hace exactamente lo mismo, se rechazan sistemáticamente cuantas ofertas llegan por ser incompatibles con las propias convicciones. Pero hete aquí que ayer el perro se volvió hervíboro y descubrió las bondades de la paja y llevado por su recién descubierta fe de converso se la ofreció con fanfarrias y clarines al asno quien, no menos súbitamente que el perro, cambió sus hábitos alimentarios y decidió comer carne y defender su consumo, además, con pasión de profeta, por lo que el acuerdo fue de nuevo imposible. El Rodríguez Zapatero adepto a las políticas neoliberales se encontró súbitamente enfrente a un Rajoy defensor de las políticas sociales indignado por unos recortes que los simples mortales creíamos que defendía encendidamente hasta apenas unas horas antes de ser anunciados.
Lo malo del recorte es obviamente su injusticia, las dificultades a las que se van a ver abocados muchos funcionarios (que en nuestra mayor parte no somos Directores Generales sino que cobramos unos sueldos bastante ajustados) y pensionistas, pero conviene fijarse especialmente en el Presidente del Gobierno, porque de un plumazo ha contradicho todo lo dicho hasta ahora (algo difícil porque de contradicciones anda su discurso lleno) y ha abandonado la única idea-fuerza a la que, al menos dialécticamente, se había mantenido fiel hasta ahora. Ya no hay salida social a la crisis, ya no hay líneas rojas ni estado del bienestar que valga, nuestro presidente hinca la rodilla en tierra y asume públicamente que la única salida posible a la situación es la aplicación estricta y extrema de las recetas neoliberales que, cabe recordarlo ahora que él lo ha olvidado, han provocado la situación. Don José Luis, capitalismo refundado mediante, se pone el traje de la sastrería de Bush, renuncia a sus creencias y, de paso, traiciona la confianza de quienes le han votado y de muchos que no lo hemos hecho en que hay otro camino posible y dirigentes dispuestos a transitar valientemente por él. Pues sí los hay, los hay fuera de las políticas neocon e incluso los hay dentro pero con mayor sensibilidad social, sigue siendo injusto que paguemos por lo que no hemos hecho y que además salvemos a quienes sí lo han hecho, sigue habiendo muchas fórmulas de ahorro diferentes a la de los cinturones de funcionarios y pensionistas, sigue habiendo una forma diferente de hacer las cosas, una mirada ética que aclara mucho la visión, lo único que ha eliminado el presidente con sus medidas es el espejismo de que él fuera quien pudiera ponerlas en práctica, ilusión en la que de todos modos ya casi nadie creía pero por cuyo desvanecimiento probablemente tendrá que pagar un alto precio en las urnas, aunque nunca tan alto como el que pagamos y pagaremos los ciudadanos. Olvida el presidente que por mucha voluntad que le ponga el perro, si se alimenta de paja morirá inevitablemente, la fisiología es lo que tiene, y la política también.
Puede que nosotros perdamos poder adquisitivo y tengamos alguna que otra apretura, no es el tema central, aunque las cosas se deban hacer de otra manera si ésto sirve (cosa que habrá que ver) para que los cientos de miles de personas que viven hoy día una situación verdaderamente angustiosa en nuestro país encuentren una salida, personalmente lo daré por bien empleado, poco me parece nuestra pérdida en comparación con lo que pierde el presidente en dignidad, respeto y consideración. 

viernes, 7 de mayo de 2010

El recorte más viable

La devaluación del estatus de la Biblioteca Nacional eufemísticamente denominado "Racionalización de la Administración" continúa su camino y, pese a las numerosas reacciones, no parece que se vaya a dar marcha atrás. Pero incluso dentro de un sinsentido como este, hay cosas por cuya inanidad brillan con luz propia, como por ejemplo la aporía que la Ministra de Derechos de Autor, antes Cultura, ha perpetrado al ser preguntada por el tema: "era el recorte más viable". No dice la ministra que lo lamenta, no dice que ha peleado con uñas y dientes hasta el último momento, no dice que ha amenazado con dimitir si se culmina semejante despropósito, la ministra dice que, en el contexto del Ministerio de Cultura, suprimir la Dirección de la Biblioteca Nacional era el recorte más viable. Interrogada además la ministra por las causas que hacen más viable suprimir la Dirección de la Biblioteca Nacional que, por ejemplo, la de Cinematografía, la ministra Sinde no sabe, no contesta. ¡Cosas veredes! En otras circunstancias, podría alguien de imaginación fértil  podría visionar claramente la escena de la dura batalla dialéctica entre la Vicepresidenta Económica y la Ministra de Cultura que, tras desgarradores escenas y cantos a la importancia de la Biblioteca Nacional como institución cultural en nuestro país,  desembocara en una situación como la actual, pero visto lo visto requiere mucho menos esfuerzo imaginar algo más sencillo y directo, algo como:

- Sabes que la situación económica está muy mal y todos tenemos que sacrificarnos. Sé que lo que te tengo que decir es difícil, pero sin duda te harás cargo...
- ¿Qué me estás diciendo, Elena?
- Tienes que renunciar a una Dirección General.
- ¡Ah bueno! No imaginas el susto que me has dado, creí que ibas a decirme... En fin, no se hable más, quítame eso de los libros y asunto cerrado.

Tiene su sentido, en lenguaje ministerial y hablando de recortes y/o decisiones impopulares, es muy probable que viabilidad se defina en función de la susceptibilidad de generar protestas, y es bien sabido que el colectivo del cine se moviliza más, mejor y con mucha más repercusión que el literario. Pero, ¿se puede defender seriamente que la gestión de la cinematografía, por digna que sea como arte, importante como altavoz social y lucrativa como negocio, si es que lo es, merece una consideración administrativa mayor que el de la biblioteconomía?, ¿se puede siquiera insinuar sin sonrojo que la Biblioteca Nacional debe tener un rango administrativo menor? Parece que la ministra González Sinde sí que puede de forma que la pregunta es si los demás, la ciudadanía, estamos dispuestos a tolerarlo. 
O tal vez la ministra tenga razón, ¿quien necesita una Biblioteca Nacional si ya se han inventado los eBooks? Con unas pocas tarjetas de memoria se podría replantear la institución y modernizarla al modo de la librería Fuentetaja: se transforma en un elegante bistró en el que se mezclen tapas de diseño con libros y así se le saca un rendimiento económico, que al fin y al cabo es el que cuenta. De hecho los libros que ya no generen derechos de autor deberían utilizarse para otros menesteres: sería muy artístico y provocador a la vez vender bocatas de calamares envueltos en papel de incunable o dejar que los hermanos Chapman la conviertieran en una macroinstalación, seguro que ellos se divertían mucho. Aunque en realidad no merece la pena tanto esfuerzo por un simple negociado, lo mejor es venderle el inmueble a McDonalds (o mejor, cedérselo a la SGAE ahora que  se ha frustrado la cesión del palacete de Boadilla) e ir avisando al trapero para que retire todo ese papel viejo, que reciclarlo supondrá un gran beneficio para el medio ambiente, que la economía verde es lo primero, es bien sabido.



martes, 4 de mayo de 2010

La mala puntería del tijeretazo

Admite la Vicepresidenta Salgado que el recorte de altos cargos tiene más valor simbólico que económico, por lo que, en buena lógica, procede analizar qué es lo que simboliza este anunciado plan (además del evidente hecho de anunciarlo, un fin en sí mismo). Es evidente que este recorte no supone un gran esfuerzo de austeridad, no se enmarca dentro de una gran actuación de cinturones prietos y esfuerzos hercúleos, por lo que cabe suponer que los cargos suprimidos son considerados por el gobierno superfluos, por decirlo de una manera suave. ¿Y que cargos son esos? Pues bastantes, muchos de ellos de existencia desconocida para el común de los mortales, todos excepto uno cuya presencia en la lista es clamorosa: el gobierno, con el beneplácito del Ministerio de Derechos de Autor, antes Cultura, ha decidido eliminar nada más y nada menos que la Dirección de la Biblioteca Nacional. ¿Valor simbólico decía la Vicepresidenta? Efectivamente, la supresión de este cargo simboliza la falta de consideración que este Gobierno, que presume de sus políticas sociales, siente por la política cultural y no hace sino abundar en la senda que se inicia con el nombramiento de una ministra del ramo cuya preocupación no es la cultura ni el acceso de los ciudadanos a la misma, sino la industria y la gestión de los derechos de autor (de los que ella misma es beneficiaria y que son algo noble y deseable, pero que son algo privado para lo que ya existen sociedades privadas encargadas de hacerlo, cosa que hacen con bastante mala fortuna) antes que cualquier otro objetivo. No pretendo dar lecciones a nadie, pero la educación y la cultura son políticas sociales fundamentales, y un país que no las mima difícilmente puede considerarse no ya progresista, sino democrático. Y no se me ocurre una política más anticultural que convertir el Ministerio de Cultura en una pseudopatronal de las sociedades de gestión de derechos de autor, no se me ocurre nada más anticultural que descuidar el mayor patrimonio cultural, bibliográfico en este caso, que atesoramos marginándolo a un incomprensible segundo plano  (no ya de la política general del gobierno sino de la política cultural) anteponiendo a la excelencia en su gestión y al cuidado de su prestigio mezquinos criterios economicistas que además son falsos y de resultados irrelevantes.
No conozco en el sector público un cuerpo más ejemplar y menos reconocido que el de los bibliotecarios, tal vez sea por mi trabajo en la Universidad pero tanto por su dedicación como por los resultados de la misma considero que haría bien la sociedad en sentirse legítimamente orgullosa de quienes con tanta profesionalidad y entusiasmo gestionan uno de sus mayores patrimonios. Por la misma razón, la supresión de la que, simbólicamente, es su cabeza visible, es una innecesaria afrenta a la vez que la demostración del escaso compromiso del gobierno con la Cultura, que es lo mismo que decir con los ciudadanos.

jueves, 29 de abril de 2010

Lo que cubre un velo y lo que deja al descubierto

Hay varias consideraciones interesantes que hacer sobre la cíclica polémica sobre el velo islámico en las escuelas que estos días cobra de nuevo actualidad. La laicidad del Estado es para mi una idea irrenunciable y un pilar fundamental de lo que debe ser un estado democrático, el problema es cómo articular esa laicidad respetando los derechos de los ciudadanos porque laicidad debe significar respeto a las creencias de todos los ciudadanos por igual por encima de cualquier otra consideración, o, dicho de otra forma, son las instituciones públicas las que deben ser laicas, no los ciudadanos que, en el ejercicio de sus derechos, hacen uso de ellas. Sorprende que en un país tan poco laico como el nuestro haya quien invoque este concepto y lo haga precisamente para restringir los derechos de una minoría, religiosa en este caso, porque antes de erigirse en adalides de la laicidad deben nuestras instituciones públicas recorrer aun un camino muy largo, de modo que restringir el acceso a la educación de una ciudadana de nuestro país (y digo en nuestro país, no en Francia o en Turquía donde la laicidad sí está instaurada y sí se practica por igual independientemente de la confesión o creencias de sus ciudadanos) porque voluntaria y libremente decida llevar una hiyab (que deja la cara al descubierto por lo que tampoco se deben invocar principios de seguridad ni de identificación) no es laicidad, sino discriminación.
Sin embargo, no es esa la reflexión fundamental que me suscita este tema, los modelos francés o turco de laicidad estatal me parecen perfectamente legítimos aunque no ideales (y desde luego aplicables sólo si es en todo el territorio), para mi lo verdaderamente grave e inconcebible de esta situación es que una cuestión como ésta pueda no estar regulada por una ley y pueda ser dejada al libre arbitrio de los Consejos Escolares de cada centro. Tanto que nos quejamos de las desigualdades entre ciudadanos de diferentes Comunidades Autónomas y aceptamos que puedan existir desigualdades no menos llamativas entre alumnos de centros escolares que distan unas calles entre sí. Hágase lo que se considere justo, permítase o prohíbase, pero a todo el mundo y en todas partes.
Finalmente, respetando las opiniones de todo el mundo en este tema lo que sonroja no es sólo que un consejo escolar pueda optar por una opción y otro por otra diferente, lo que debería ser censurado y, en su caso, perseguido por la ley, es que un centro pueda cambiar su reglamento no en función de una situación general sino para evitar una situación particular, que se pueda cambiar el reglamento de un centro ad hominem, específicamente para evitar que una alumna concreta con nombre y apellidos (y velo) se matricule en el mismo. Y a mitad de curso. Las opiniones son todas respetables, la hipocresía y la mezquindad no.

miércoles, 28 de abril de 2010

Escenas de una realidad inaudita

Para que en la vida política reine el orden, para que los hombres no se abandonen a sus pasiones y la arbitrariedad, para que no se peleen y arreglen sus asuntos de acuerdo con la ley, para eso se instituyó el gobierno. Este gobierno en los estados constitucionales se compone de representantes, de diputados. Y he aquí que esos mismos diputados, elegidos para preservar a la gente de la arbitrariedad, resuelven sus propios desacuerdos peleando entre ellos. Liev Nicolaevich Tolstoi, Diarios, Entrada de 28 de junio de 1895.

Generalmente, cuando se retoma una actividad tras un periodo más o menos largo de descanso, la inactividad permite que se haga con otros ojos, con una mirada más relajada y positiva. Dado que este blog dirige fundamentalmente su mirada a la actualidad política, no hay descanso, lente o milagro que hoy por hoy permita que la mirada recupere la ilusión y sea otra cosa que reflejo del desencanto que los actuales dirigentes de la vida política generan en gran parte de la ciudadanía. Las palabras del gran Tolstoi con las que he querido abrir esta nueva etapa reflejan en cierta manera el mal de la nuestra democracia, de algún modo es un mal sistémico porque no hay mecanismos reales de participación ciudadana, no hay verdadera libertad entendida como no dominación, no hay verdadera igualdad y la fraternidad ni está ni se la espera, pero con todo y con eso el sistema sería mucho más tolerable si no estuviera en manos de las medianías que lo dirigen, sea desde el gobierno sea desde la oposición, y si estos mismos indignos dirigentes no se enorgullecieran de la mediocridad que exhiben tan impúdicamente ante los ciudadanos, quienes esperamos de ellos otro tipo de espectáculos.
En estos días sorprenden los argumentos que cada cual decide utilizar en beneficio propio o como maniobra de distracción, que viene a ser lo mismo. Sorprende ver a los orgullosos representantes del partido que siempre se ha presentado como el de la ley y el orden atacando a fiscales y a la policía, es decir, al sistema, para esquivar la acción de la justicia. Sorprende igualmente ver a demócratas de toda la vida defendiendo que la admisión a trámite o no de un caso no debe depender de la verosimilitud de indicios y pruebas, sino de la identidad de los denunciantes. En este último caso, el del juez Garzón, pese a que yo mismo soy presa de esa mirada sentimental que lleva a desear que no sea juzgado por este caso (pero porque no exista delito, no porque lo denuncien Agamenón o su porquero) espero que llegue el momento de analizar con sosiego y detenimiento hasta qué punto la actuación del juez Garzón, en el caso de confirmarse su irregularidad, ha dañado a la noble causa de las víctimas del franquismo y sus familiares en su empeño de localizar y desenterrar a sus muertos. Sospecho que el daño ha sido grande y espero que no haya sido irreparable. Por cierto, sonroja que nuestras autoridades judiciales entiendan su independencia únicamente como una inexistente e inconcebible imposibilidad de los ciudadanos de expresar su opinión libremente sobre los temas que consideren oportunos. El respeto a las decisiones judiciales es consecuencia y no causa de la independencia y de la dignidad personal e institucional que ésta, de existir, conllevaría, y si no es así, si los ciudadanos vemos al poder judicial como una extensión más del enfrentamiento sectario y partidista que desangra nuestro país, bien harían sus señorías en reflexionar sobre el origen del problema y su papel protagonista en el mismo antes que en criticar sus efectos secundarios. Bastante grave es que nos priven de nuestro derecho a una justicia imparcial, eficaz, rápida, efectiva y fuera de toda sospecha (eso que se dio en llamar una "justicia justa") como para que además nos pretendan privar de nuestro legítimo derecho a  la libertad de expresión. Cosa diferente es el foro que se elija y la responsabilidad que en esa elección tengan quienes organizan o acogen esos actos, pero los actos en sí mismos son irreprochables por desafortunadamente que se estén organizando.
No sorprende menos la decisión del parlamento catalán de aprobar una resolución mediante la que se declara al Tribunal Constitucional incompetente para entender del Estatuto. Sorprende porque no tiene la menor base legal ni moral, sorprende porque es completamente absurdo y desleal, pero sorprende especialmente por la irresponsabilidad de quienes promueven el dislate que aparentemente son incapaces de ver más allá de sus narices, de imaginar las consecuencias del camino que pretenden abrir. ¿Si esto es tolerado qué impide que Camps o Aguirre, por poner dos ejemplos inocentes, promuevan una resolución semejante para declarar incompetente al Supremo para juzgar el caso Gürtel? No es que este tipo de resoluciones puedan tener consecuencias reales en lo que a la Justicia se refiere, por irreal y débil que sea la separación de poderes en nuestro país para esto sí que llega, pero es grave porque aboca irremisiblemente a un enfrentamiento institucional que no puede llevar a nada bueno. De todos modos no comprendo porqué montar este espectáculo: si las resoluciones judiciales les incomodan, bien pudieran seguir el ejemplo de Rita Barberá con el Carbanyal y, sencillamente, ignorarlas por completo. Ya que de la injusticia no nos libra, al menos es de agradecer que nos evite el ruído. Dicho sea con la ironía que sea capaz de expresar en estas apresuradas líneas, lógicamente.
En fin, que hace mes y medio aparqué el blog en el número 7, calle melancolía, y, tristemente (porque hasta el depósito municipal parece mejor alternativa), allí sigue. Si acaso ha cambiado algo es que han empezado a instalar parquímetros y pronto hasta el desencanto y la distancia tendrán su precio. En realidad siempre lo han tenido y suele ser especialmente alto.


viernes, 12 de marzo de 2010

Aguirre y el IVA

Podría parecer que la cruzada anti-subida del IVA que ha emprendido la presidenta de la Comunidad de Madrid la define claramente, y lo hace, pero no por lo que de propagandística, inadecuada y partidista tiene, que también, sino por el anuncio de que la Comunidad de Madrid está dispuesta a renunciar a la parte que le corresponda de lo recaudado, algo muy noble de no ser porque lo que le corresponde de lo recaudado es exactamente nada. Visto que la presidenta de la Comunidad de Madrid considera el ejercicio de sus responsabilidades de gobierno una oposición continuada al cargo de reina de los brindis al sol, al que de tanto brindar juntos sin duda ya tutea, sólo queda agradecerle el ejercicio de retórica hueca, ya que sin el concurso de la señora Aguirre los profesores de secundaria tendrían más difícil encontrar ejemplos prácticos con los que enseñarles a los estudiantes lo que es la demagogia. Bueno, en realidad no lo tendrían especialmente difícil, les bastaría con recurrir a los planes de pensiones del ministro Corbacho, un ejemplo entre muchos, lo que además les serviría para ilustrar la definición de torpeza. Dos por el precio de uno.
Sin embargo no quisiera ser injusto, si hay un político capaz de renunciar a un aporte de financiación para las arcas públicas que administra por una cuestión de principios (entendiendo fundamentalmente como principio  ganar votos), sin duda es la presidenta Aguirre, quien ya ha renunciado anteriormente a los ingresos que le proporcionaban otros impuestos a consecuencia de lo cual, entre otras cosas, ahora no puede pagar las cantidades que había comprometido a la Universidad, por poner un ejemplo nada inocuo, o cualquier otro de los servicios públicos que tantos y tan continuados recortes presupuestarios vienen sufriendo en la Comunidad de Madrid.

Pero no quisiera despedirme sin dedicarle unas palabras de sincero y emocionado homenaje a alguien que dedicó su vida a cuidar (y con éxito) una lengua que los demás acostumbramos a maltratar inmisericordemente, a un verdadero genio de luminosa sencillez que nos ha dejado, pero en buena compañía: la de sus obras. Descanse en paz el maestro Delibes.

viernes, 5 de marzo de 2010

El milagro de Aznar

De entre los múltiples males que aquejan a nuestra sociedad no es el menor esa tendencia a reinventar el pasado en la que con tanta dedicación militan algunos opinadores, políticos o no, profesionales o no. Y claro, puestos a inventarse un pasado mejor crear uno feliz, que no se diga que nuestra imaginación es tan estéril, y sobre todo uno aleccionador frente a los indeseables vaivenes de un presente en el que la realidad tiene la mala costumbre de estar tan cercana que es más difícil de tergiversar. Cada cual lo hace a su manera, pero uno de los pasados imaginarios recurrentes en estos días es el de las infinitas bondades de España bajo el maná de la presidencia de José María Aznar, ese presidente cuyas cifras macroeconómicas refulgen más que el sol especialmente ahora que las presentes se hacen sombra hasta a si mismas. Pues bien, el presidente Aznar, que fue absolutamente nefasto en cualquier asunto no estrictamente económico en la línea de depauperación de los valores democráticos esperables de un Bush de todo a cien, lo único que demostró en economía es que fue capaz de remar a favor de corriente (algo que por cierto también supo hacer y con mejor resultado el presidente Zapatero en su primer mandato; no debe ser tan difícil) y supo aprovechar para maquillar macroeconómicamente nuestro país para que pareciera lo que no es, porque esa falsa prosperidad económica en primer lugar se debió a la invención de la burbuja inmobiliaria cuya inevitable explosión trajo las consecuencias por todos conocidas, la implementación de un modelo que hoy hasta sus correligionarios denostan, la dilapidación del patrimonio común de todos los españoles mediante privatizaciones nada favorables a sus intereses comunes y, sobre todo, a la implantación de medidas marcadamente antisociales en un contexto de bonanza económica, algunas de ellas posteriormente demostradas ilegales como el famoso decretazo, que el gobierno actual no ha querido poner en práctica ni aun dentro de una situación de crisis de grandes proporciones, o al menos no quiso hasta que el Presidente se levantó un día con el pie derecho y pensó en recortar las pensiones, subir la edad de jubilación, etc.
Sin que ello reste responsabilidad alguna al gobierno actual, que bien podría haber cambiado el modelo productivo de España a tiempo en lugar de dedicarse a poner velas en el altar neoliberal que don José María construyó en La Moncloa, hay que reconocer que el recuerdo de Aznar, no obstante, tiene efectos mágicos sobre el presente y es que probablemente es el único argumento capaz de obrar el milagro de mirar a Zapatero con buenos ojos.

miércoles, 3 de marzo de 2010

¿Banco PublICO?

Contiene el documento de propuestas para lograr un Pacto de Estado (vistas las partes a pactar de incierta utilidad más allá de la cosmética pero en cualquier caso reclamado por la sociedad) una que en verdad requiere de análisis. Plantea el Gobierno, bien que tímidamente, una reforma que permita al ICO ejercer de Banco Público sin serlo, es decir, se pretende eliminar a unos intermediarios, la banca privada, que en lugar de intermediar, de facilitar en este caso, impiden que el crédito -apoyado en dinero público, conviene no olvidarlo- llegue a las pequeñas y medianas empresas y a los ciudadanos. Algo que apunta en una buena dirección y que junto con otras medidas es previsible que de buenos resultados. Y en este estado de cosas es lícito preguntarse lo siguiente: si los efectos de un Banco Público sobre la economía de un país son positivos, ¿porqué no tener uno de verdad en lugar de un lánguido remedo para épocas de crisis? Porque ya que en todo el mundo los bancos no aceptan, tampoco tienen porqué hacerlo por lo que se ve, una cierta corresponsabilidad social en su uso del dinero público y sólo ven en él una fuente más de beneficio privado, único objetivo legítimo que reconocen, habrá que buscar el mecanismo para utilizar el dinero público para lo que debe servir en buena lógica y que en todo caso, los posibles beneficios  que su gestión genere reviertan en la sociedad, que para eso es la que paga.

lunes, 1 de marzo de 2010

Crónicas de Aguirre y la realidad paralela: el curso en que Pío Moa enseña a los profesores

Cuando desde el gobierno de la Comunidad de Madrid se tomaron iniciativas como desentenderse de la libertad vigilada (tanto de la vigilancia como de la libertad) del Rafita o el apoyo explícito a la cadena perpetua en determinados supuestos, aquellos que somos de natural malpensados corrímos el riesgo de dudar del compromiso del PP madrileño con el mandato constitucional del objetivo eminentemente reinsertivo, no meramente punitivo, de nuestra política penitenciaria. Sin embargo nada más lejos de la realidad, la actualidad ha vuelto a poner a cada uno en su sitio y aquellos maledicentes que como yo llegamos a dudar por un instante de la fe en la reinserción social de los gobernantes de la capital debemos rectificar públicamente ya que ¿que mayor ejemplo de compromiso con la reinserción que pagar con dinero público al antiguo fundador de un grupo terrorista para que muestre a los profesores de secundaria de la comunidad su verdad, toda su verdad y nada más que su verdad sobre la segunda república y la guerra civil? Y es evidentemente  que es por el inquebrantable compromiso con la reinserción de la señora Aguirre y los suyos por lo que se contrata al señor Moa y se asume el riesgo de que la bazofia pseudohistoriográfica que acostumbra a escupir acabe por salpicar a nuestros hijos, porque si el compromiso existiese con la educación, con la historiografía o sencillamente con la verdad, por no hablar de la convivencia, habría innumerables expertos con los que contar en lugar de con un vociferante personaje que puede que haya abandonado las pistolas pero, cual John Cobra del revisionismo historiográfico, mantiene la violencia, en este caso dialéctica, como único leit motiv de su actividad profesional.

viernes, 26 de febrero de 2010

Coronas y cruces

En un notable ejercicio sofista la Conferencia Episcopal española ha anunciado, diatriba mediante, la exclusión del sacramento de la eucaristía de todos los diputados que hayan votado a favor de la aprobación de la ley del aborto, algo que tiene la iglesia perfecto derecho a hacer y es coherente con sus ideas y su tradición, a qué negarlo, pero excluye de la excomunión al Rey, que es quien la sanciona, algo incoherente pero que también está en consonancia con sus tradiciones, tampoco esto puede negarse. Pero para explicar la diferencia recurre al artefacto intelectual, por no decir aporía, siguiente: el voto de los diputados es una situación general mientras que la actuación del rey es única, particular. No es cierto en primer lugar porque el voto de los diputados es particular e intransferible, aunque su escaso sentido democrático les lleve a sacrificarlo como norma en el altar de la disciplina de voto, ese cáncer de la democracia, pero sobre todo no es cierto porque el acto del rey de sancionar las leyes no es un trámite administrativo independiente del contenido de la ley y sobre todo porque si la considera incompatible con sus convicciones siempre puede negarse y abdicar como así lo hizo en su misma situación el rey Balduino I de Bélgica en 1990, aunque eso sí, sólo durase dos días. En este caso la unicidad esgrimida por monseñor Martínez Camino para exonerar al rey de los efectos de  la excomunión no sólo no es un atenuante sino que en buena lógica debiera ser considerado agravante.
En pleno siglo XXI, desconozco si por cuestión de imagen o de mercado, la Iglesia ya no vende bulas a los poderosos, se ve que prefiere regalárselas no vaya a ser que alguno de ellos les recuerde que para exigir integridad moral es necesario practicarla primero.

jueves, 25 de febrero de 2010

Los apuros de Camps

Parece ridículo comenzar un comentario diciendo esto pero a veces la incomprensible actualidad obliga: tener dinero no es delito. Hasta Sílvio Rodríguez, ese peligroso neoliberal, decía en una canción "tener no es signo de malvado y no tener tampoco es prueba de que acompañe la virtud". Una vez esto claro, ¿alguien podría explicarme que sentido puede tener la obscena ocultación de bienes del presidente Camps? Y digo esto dando por supuesto que una parte muy notable de su patrimonio no se refleja en esos ridículos 900€ que declara constituyen todo su patrimonio líquido, porque si eso fuera verdad (por más que no sería delito) cabe preguntarse si se puede dejar un presupuesto público en manos de un gestor tan negligente que ganando 80.000€ al año sólo tiene ahorrados 900. No es el único caso, Esperanza Aguirre, un poco menos groseramente, eso sí, ya se lamentó públicamente en cierta ocasión de sus tremendos aprietos para llegar a fin de mes. Debe ser que el cargo de presidente autonómico, oneroso donde los haya como todo el mundo sabe, conlleva que todos los dispendios que tan frecuentemente perlan nuestros periódicos no salen como creíamos del erario público, sino de sus maltrechos bolsillos. Otra cosa no se entiende.
Probablemente si, como otros diputados, hubiese declarado una notable fortuna personal, dentro de unos límites, nadie se habría extrañado. Podría haber atizado envidias, pero no suspicacias, sin embargo el gilisaldo declarado sí que extraña al más crédulo y en buena lógica debe motivar una investigación. Y a todo esto me pregunto, como ya lo he hecho en ocasiones, ¿es que nadie aconseja a Camps? 
En fin, desconozco, de más está decirlo, el grado de honradez del presidente valenciano, como el de tantos y tantos otros, y no seré yo quien le declare deshonesto antes que un tribunal lo de por demostrado, si es que eso ocurre, pero lo que tengo claro es que si su honradez puede llegar a ser cuestionable, no ocurre lo mismo con su torpeza, que esta fuera de toda duda, y las constantes muestras de ello que lleva dando de un tiempo a esta parte bien pudieran haberle inhabilitado para desempeñar cargos públicos de relevancia en un país medianamente civilizado. Que no es el caso, dicho sea de paso.

viernes, 19 de febrero de 2010

Caca-culo-pedo-pis (y clítorís)

Es un hecho contrastable que para muchos opinadores toda iniciativa del Ministerio de Igualdad es censurable aunque sólo sea por el mero hecho de partir de él, pero cuando la iniciativa incluye palabras que hagan referencia a los órganos sexuales femeninos la crítica se torna encarnizada y de franco mal gusto, sin pararse a pensar, como el caso que nos ocupa (Elaboración de un Mapa de Inervación y Excitación Sexual en Clitoris y Labios Menores; aplicación en Genitoplastia), que el interés aplicativo en medicina reconstructiva en mujeres que hayan sufrido ablaciones de clítoris, tumores u otro tipo de traumas es de grandísimo valor. Se oculta deliberadamente el final del título, aplicación en genitoplastia, y se invocan los más pedestres resabios machistas de la sociedad para descalificar una iniciativa que de generar algo debiera ser el aplauso unánime que merecen todas las iniciativas que redunden en la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, ciudadanas en este caso, afectados por algún problema de índole sanitario. 
Esta estridente campaña, sin embargo, tiene algo de bueno, que muestra el verdadero nivel intelectual de quienes la protagonizan, en este caso el nivel básico de la risa del escolar ante el caca-culo-pedo-pis. Ante este lamentable espectáculo incluso quienes defendemos la importancia de las políticas de género como algo transversal y no enmarcadas dentro de un Ministerio independiente (por más que la ministra Aído esté haciendo un buen trabajo o al menos mucho mejor que el de muchos de sus compañeros de gabinete, nos replanteemos nuestra posición y empecemos a admitir la necesidad del mismo.
Sirvan también estas palabras para expresar mi solidaridad personal hacia la profesora responsable del estudio, quien ha sido objeto de injustas, primitivas e imagino que dolorosas chanzas por su brillante iniciativa, no sólo porque haya sido profesora mía hace muchos años, sino porque nadie, y mucho menos un científico, merece ser criticado (por no decir atacado) por el simple hecho de hacer bien su trabajo.

miércoles, 17 de febrero de 2010

El reconstituyente del verdugo

Si viviéramos en un país que hubiese interiorizado adecuadamente el espíritu democrático, cosa que evidentemente no sucede, la fecha de hoy sería recordada en el mundo político como la del día en que don Mariano Rajoy enterró definitivamente su carrera política. Como no es así, probablemente mañana la prensa sectaria de un lado y de otro publicará una crónica probablemente escrita con carácter previo a aquello de lo que se supone que informa y loará o denigrará a aquel en quien residan los intereses partidistas de su empresa, sin que en ello tenga influencia nada de lo dicho y por tanto habrá una notable cantidad de tinta impresa, tiempo de radio y de televisión y espacio digital en su defensa. No acabará por tanto la carrera política del señor Rajoy, sin embargo debería ser así porque los ciudadanos debiéramos dejar claro que los comportamientos faltones, chulescos, crispados y crispadores, arrogantes y destructivos no tienen porqué tener cabida en el foro en el que reside la soberanía popular. Debiera ser así porque un presidente desgastado, escasamente creíble y en las horas más bajas de su mandato le ha dado, desde un punto de vista estrictamente parlamentario, una lección difícil de olvidar, aunque lamentablemente para él y para los ciudadanos después debe salir del hemiciclo y ponerse a gobernar, cosa que hace con los resultados por todos conocidos. Debería ser así porque los demás grupos han sido capaces de expresar sus criticas con igual o mayor rotundidad, pero mal que bien con respeto, espíritu constructivo y dignidad. Cuando el nivel del discurso todos y cada uno de los intervinientes supera por goleada al del líder de la oposición, es que éste tiene un serio problema. Y, finalmente, debería ser así porque dudo que jamas en la democracia española haya tenido un líder de la oposición una ocasión más propicia para hacerse valer, para ponerse el traje de hombre de estado y mostrarse como alternativa, y consecuentemente jamás nadie la desperdició tan clamorosamente. Si la puntilla resucita al moribundo, cabe cuestionarse la aptitud del verdugo.
El debate no ha terminado, no hay que perder la fe, pero en este momento debo reconocer que sólo me ha gustado parte de la intervención de Gaspar Llamazares, parte (sólo parte) de lo que ha dicho Rosa Díez, quien no es en absoluto santa de mi devoción y parte de la réplica del presidente Zapatero. Triste bagaje para el que se anunciaba a bombo y platillo como el pleno del gran acuerdo de Estado.

viernes, 12 de febrero de 2010

Jaleando el desplante

Olvidan quienes se solazan ante la ausencia de José Luis Rodríguez Zapatero en la reunión en la que (no) se decidieron las ayudas a Grecia que la presidencia rotatoria de la UE recae en España, no en el señor Zapatero, y que por tanto a quien los soberbios presidentes de Alemania y Francia han ninguneado no ha sido a nuestro presidente, sino a nuestro país y, consecuentemente, a todos los españoles y con nosotros a todos los ciudadanos europeos quienes no hemos  otorgado nuestra confianza a una serie de instituciones europeas para que las decisiones que nos afectan las tomen en petit comité los presidentes de las naciones más poderosas. Parece evidente que si la presidencia rotatoria debiera estar presente en las reuniones donde (no) se toman decisiones, debiera hacerlo aunque los azares del destino hicieran que la ostentara el mismísimo Chiquito de la Calzada y haría bien la prensa conservadora en criticar la ofensa hecha a nuestro país en lugar de jalear el desplante por la única razón de que perjudique la imagen pública del señor Rodríguez Zapatero, porque ya es bastante triste que Francia y Alemania nos ninguneen como para que además seamos nosotros mismos quienes les pongamos los palmeros. 
Y todo ello, que a la postre no ha sido más que humo, una nueva escenificación de la capacidad de determinados políticos para autopromocionarse a costa de problemas que no solucionan de la que casi debieramos alegrarnos de que nuestros representantes no hayan formado parte, ha sido protagonizado, además, por un Sarkozy de quien los ciudadanos de bien sólo debieramos esperar, y con impaciencia, una rueda de prensa: aquella en la que anunciara su dimisión toda vez que los tribunales han puesto en evidencia su mezquindad y sus métodos impropios no ya de un demócrata  sino de un ser humano decente en el caso Clearstream II y la instrumentalización que de la Justicia ha tratado de llevar a cabo con fines particulares, en este caso apartar de su camino a quien, Villepin concretamente, amenazaba con impedirle saciar su por otro lado insaciable sed de poder.

martes, 9 de febrero de 2010

Giras y campañas

Ahora que diversos miembros del Gobierno tratan de convencernos de que la mala imagen internacional de la economía española es consecuencia de una campaña orquestada por especuladores internacionales, y sin dudar de la existencia de la misma, vuelvo a convencerme de que la incapacidad de este gobierno para comprender a la ciudadanía es legendaria. No se trata de que las causas sean unas u otras, obviamente un dirigente debe conocer, analizar y combatir las causas de cualquier situación negativa que afecte a su país, lo que tiene de reprochable la actuación del Gobierno es la incomparable torpeza con que afronta las situaciones delicadas, la incapacidad para gestionarlas con solvencia. Las idas y venidas que ha mostrado públicamente, la falta de coordinación cuando no las abiertas discrepancias entre sus miembros y la cambiante línea de acción política entre una cosa y su contraria que tantas veces hemos contemplado estupefactos es lo que está en la mano del Gobierno evitar, y no ha evitado. 
Por otra parte, aun suponiendo que sea efectiva, encuentro la gira de la vicepresidenta por sedes de periódicos y oficinas de especuladores un tanto alejada de la dignidad que se supone implícita a su cargo, al menos me parece a mi que aquellos en quienes reside la voluntad popular de un estado democrático debieran tener la suficiente autoridad moral como para convocar a aquellos en cuya opinión se desee influir o a quienes se desee mostrar cualesquiera datos o argumentos que se consideren pertinentes sin necesidad de tener que pasearse por las sedes de los negocios privados a implorar su benevolencia. Si de verdad no había otra forma de hacer esto tal vez no habría que haber hecho nada porque creo que alguien de la inteligencia de la Vicepresidenta debiera haber comprendido que en la imagen de la segunda autoridad política de un país paseándose por despachos de especuladores y periodistas pidiendo un trato más favorable hay un reconocimiento implícito de aguda debilidad.

lunes, 8 de febrero de 2010

Naranja, sí, pero humo

No deja de resultar curioso que seis años después de la grandilocuentemente llamada revolución naranja en Ucrania, aquel que se nos vendió como el villano, Viktor Yanukóvich, gane las elecciones presidenciales mientras que el supuesto héroe, Viktor Yushenko, presidente de la república, obtenga un ridículo 5% en la primera vuelta y la heroina, Yulia Timoshenko, presidenta del gobierno, parezca que vaya a caer derrotada en la segunda vuelta denunciando, eso sí, fraude electoral masivo. Poco importa que los observadores internacionales den su plácet a un un proceso de cuya limpieza, conviene tenerlo en cuenta, es ella la responsable en su calidad de presidenta del gobierno. Pero si una vez funcionó, ¿porque no probarlo una segunda?
No soy un gran conocedor de la política ucraniana, sin embargo este proceso me llama la atención por dos poderosos motivos: uno el rotundo fracaso de un gobierno sin más señas de identidad de el nacionalismo exacerbado y definido en negativo por su enfrentamiento a Rusia más que en positivo por políticas concretas. Era de esperar, sin embargo los nacionalismos siguen presentándose como fuerzas políticas emergentes en todo el mundo, con tan poco que ofrecer. El segundo motivo es la extremada ductilidad de las masas en determinados momentos históricos en los que basta una cierta movilización y algún leit motiv emotivo más propio del cine (el héroe envenenado por el malvado vecino todopoderoso, la heroína que se enfrenta a las adversidades vestida al modo tradicional) que de la política para permitir que una protesta probablemente justa, lo desconozco, pero puedo asumir sin mayor problema que fuera así, se disfrace nada más y nada menos que de "revolución" y llevados por la catártica inercia de la palabra seamos capaces de entregar nuestros destinos a personas a las que jamás elegiríamos en condiciones normales. O a lo mejor sí las elegiríamos, pero desprovistas de ese halo romántico de revolucionario sin el cual todo el mundo sabe a que atenerse y tanto la exigencia como la decepción, en su caso, son menores y más asumibles. 
No me cabe duda de la sinceridad de la ilusión y la esperanza de los ciudadanos que apoyaron aquel espejismo de revolución que fue naranja, sí, pero de humo, pero tampoco dudo de los peligros de la política de los sentimientos, porque estos son mucho más manipulables que las ideas, y los beneficiarios de la supuesta revolución, hoy parece claro, no tenían otra cosa que ofrecer que el emotivo recurso a una ancestralmente ultrajada identidad nacional, lo cual viene siendo como no tener nada.