martes, 14 de octubre de 2008

La trampa de la sanidad en Madrid

Una cosa me llamó la atención poderosamente del extenso reportaje que Público dedicó este domingo a las políticas de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, a saber, si el nuevo modelo de gestión de los hospitales se basa en que la Comunidad paga una cantidad determinada por cada habitante de la zona a la que da servicio el mismo y luego resulta que esos hospitales tienen un ratio de habitantes/médico cinco veces mayor que la media de la Comunidad (y tres veces menos camas por cada mil habitantes), la más alta de España, por cierto, ¿no es una soberbia tomadura de pelo? Se paga por número de habitantes y sin embargo a esos ciudadanos se les ofrece un servicio manifiestamente más insuficiente que a aquellos que tienen la suerte de que les corresponda un hospital de gestión tradicional. Puesto que se opta por un modelo de gestión privado, es decir, por un negocio, ¿no sería más apropiado pagar a la empresas gestoras en función de los resultados de su trabajo, es decir, por los pacientes atendidos, que engordar la cantidad abonando por unos servicios a la totalidad de los habitantes que por sus limitaciones de infraestructuras de todos modos no se van a poder prestar?¿No es acaso la interpretación más favorable para la empresa y menos para la Comunidad de todas las posibles?
Una cosa más, tampoco pasa desapercibido que los primeros hospitales inaugurados por la Comunidad cedieran sólo la gestión administrativa mientras que los últimos también lo hacen con la sanitaria. No me imagino como será la sanidad dentro de unos años si la sra. Aguirre continúa en el Gobierno de la Comunidad y no se detiene esta escalada privatizadora.
Desde la Comunidad alegan que este modelo no sólo abarata los costes de gestión sino que abarata y acelera los de la propia construcción y puesta en funcionamiento. Lo segundo ya se ha demostrado falso, porque lo que era una ventaja sobre el papel no se ha visto refrendado por la realidad ya que los incumplimientos de plazos de entrega de las obras han sido notorios y la puesta en funcionamiento en general ha sido lenta y se ha hecho a medio gas. Ahora bien, hay una verdad incotrovertible en la que también se escudan, es cierto que es mejor que existan estos hospitales aun con funcionamiento deficiente y modelo de gestión discutible, que no existieran en absoluto, ¡faltaría más! Pero los poderes públicos no son empresas privadas, no es una simple cuestión de objetivos, de rutilantes catálogos de oferta de servicios, es su obligación mantener en todo momento un compromiso firme con la excelencia de esos servicios que ofrece, con la eficacia, gratuidad y universalidad de los mismos, con la igualdad de oportunidades de los ciudadanos para acceder a los mismos, con el escrupuloso respeto a la privacidad de sus datos personales, con la efectividad, con los tiempos de espera, en fin, con todo lo que se ve comprometido con un modelo de gestión privada. A una administración pública no se le debe exigir simplemente que haga cosas, sino que las haga bien, es más, que las haga de la mejor manera posible, y eso es lo que no está ocurriendo con la sanidad en Madrid, mejora en cantidad y en apariencia, pero se empobrece dramáticamente en calidad.

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