miércoles, 15 de octubre de 2008

La madre de todas las reuniones

La reunión de ayer de Zapatero y Rajoy, toda vez que no deparó estridencias, sonoros desplantes ni ruido de fondo, no parece interesar en exceso a los medios. La recogen, claro, pero tampoco con mucho entusiasmo. Tal vez sea lógico, que los líderes de los grandes partidos lleguen a acuerdos en temas de estado no debiera ser una noticia espectacular sino una costumbre elemental, sin embargo no lo es y si bien desde un punto de vista democrático lo ocurrido ayer no debiera ser nada fuera de lo común, desde un punto de vista estadístico sí que constituye una rareza que debería ser celebrada para mostrarles el camino.
La lástima es que para una vez que se ponen de acuerdo sea en un tema de importancia tan indiscutible como de moralidad tan en entredicho. Esta espiral de salvamento bancario que parece servir de catarsis a nuestros políticos, deja bastante frío el entusiasmo de los ciudadanos. No deja de ser, por otro lado, digna de mención la sutil translocación ideológica de ambos líderes frente a la crisis, comprobar como la bandera de las empresas o de los ciudadanos no parece enarbolarse ya en función de las ideas, sino de las responsabilidades de gobierno (o de oposición) que se disfrutan.
En cualquier caso, las propuestas de Mariano Rajoy respecto a la transparencia y control de las inversiones derivadas del plan de rescate parecen sensatas y razonables y es de celebrar tanto que él las haga como que el gobierno las acepte, especialmente tras las desafortunadas declaraciones de Solbes en el sentido de que ellos no eran nadie para decir a los bancos como invertir el dinero.

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