miércoles, 15 de octubre de 2008

La herencia del más cojo de todos los patos

El que probablemente sea, desde un punto de vista de su autoridad moral, el más cojo de los patos cojos que han contemplado el ocaso de su carrera desde un balcón de la Casa Blanca, ése que, cojeando ya hasta de la pata buena, apenas parecía estar destinado a decir "cua" y no muy alto, sin embargo se ha visto obligado a poner en pie el más ambicioso plan de intervencionismo estatal de su país que no sólo ha marcado la agenda política y económica del mundo, sino que probablemente condicione en grado superlativo tanto el mandato de su sucesor como las políticas económicas globales venideras. No deja de ser llamativo que alguien llamado a ocupar un lugar en la historia únicamente en el capítulo de la gestión nefasta, vaya a extender su influencia hasta muchos años más alla de su retirada y se haya convertido a la postre en un personaje fundamental para entender el siglo XXI no sólo por la crisis económica que su incapacidad ha generado, por haber enfangado nuestro presente y nuestro pasado, sino sobre todo por haber hipotecado nuestro futuro inmediato. Porque no se trata sólo de la valoración ética que merezcan estos planes, sino de algo que podríamos llamar su coste de oportunidad: los recursos destinados a poner en pié a los culpables no pueden ser destinados, por una cuestión de lógica elemental, a ningún otro fin en tanto dure esta situación. Y es tanto el dinero que se sustrae a las políticas sociales, inversiones, infraestructuras, etc, que podemos concluir que no sólo se ha hipotecado nuestro futuro inmediato, sino que además la hipoteca es subprime.

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