lunes, 20 de octubre de 2008

El laicismo nominativo de Zapatero

El Sr. Presidente del Gobierno no comprende que se critique su escaso compromiso con el laicismo, le parece que es una crítica injusta, según declara en la entrevista de ayer del diario Público, y sin embargo dice, por ejemplo, que "no le molestan" la biblia y el crucifijo en la toma de posesión de los miembros del gobierno "porque es una tradición que está ahí". Es decir, que como tradicionalmente se ha hecho una cosa mal, pues debe seguir haciéndose así porque ya estamos acostumbrados y con suerte llegará un día en que, como a él, a nadie le importe porque, cómo dice para justificarse, "soy defensor del estado laico, pero sin obsesionarme". Pues que me perdone el Sr. Zapatero, pero tildar la defensa de unos principios determinados de obsesión es una falta de respeto intolerable. Para un defensor del estado laico por definición es y debe ser inadmisible tener que jurar su cargo público ante una biblia y un crucifijo y eso no es una obsesión, es el mínimo compromiso exigible a quien se define como laicista. No tiene el Sr. Zapatero que serlo, no pasa nada, pero lo que no puede hacer es erigirse como defensor de unos principios que en la práctica no defiende. Y si no entiende que se le critique por su falta de compromiso, que repase sus actuaciones, porque ser laico no consiste en aprobar leyes sociales más o menos avanzadas cuyo contenido pueda molestar a la iglesia, el gobierno debe hacer su trabajo con total independencia de la opinión de ésta y legislar sobre matrimonio homosexual o sobre aborto es símplemente hacer su trabajo, será progresista, pero laicista en modo alguno: no puede serlo tratar temas en los que la iglesia no es parte por más que se declare contraria. Dicho de otra manera, plantear que es laicista legislar sobre el matrimonio homosexual evidencia claramente la confusión que tiene el jefe de gobierno sobre este tema porque de ser cierto significaría que efectivamente la iglesia tendría algún derecho sobre el tema que con la nueva ley se vería eliminado, y eso no es así, de hecho simplemente argumentarlo es posicionarse a favor de sus tésis y es por tanto antilaicista.
El laicismo, además, jamás es contraconfesional, se basa en el respeto a todas las confesiones y simplemente exige que se mantengan en el lugar que les es propio, por tanto no procede la argumentación del Sr. Presidente en ese sentido.
Y finalmente, dice no comprender la crítica al nombramiento del Sr. Dívar al frente del CGPJ escudándose en el respeto a sus creencias. Mire, Sr. Zapatero, todo el mundo respeta las creencias del Sr. Dívar, a nadie le importa lo más mínimo a quien rece o cuantas veces lo haga o donde, no se critica que sea católico y parece mentira que usted sugiera eso, lo criticable es que un juez, por no hablar del presidente de todos ellos, no puede, sencillamente no puede, decir que sus conviccones personales están por encima de las leyes en el ejercicio de sus funciones como magistrado, que la única justicia es la divina. Y no digo que lo haya hecho así a lo largo de su carrera, lo que desde luego ha hecho ha sido declararlo y eso no es de recibo.
Y aun dice nuestro presidente que no comprende los "injustos" ataques a su política laicista, esa que dice defender pero que en la práctica, con los hechos en la mano, no defiende, y según sus abstrusas declaraciones cabe preguntarse si realmente la defiende o se trata simplemente de un brindis al sol, una etiqueta que se cuelga para captar el voto de determinados sectores pero a la que realmente ni comprende, ni le da importancia, ni se compromete con ella.
Pues para que lo comprenda, lo diré claramente: se le critica por no dar lo que promete, se le critica por hacer lo contrario de lo que pregona, se le critica por no estar a la altura, ¿acaso no es suficiente?

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