viernes, 7 de mayo de 2010

El recorte más viable

La devaluación del estatus de la Biblioteca Nacional eufemísticamente denominado "Racionalización de la Administración" continúa su camino y, pese a las numerosas reacciones, no parece que se vaya a dar marcha atrás. Pero incluso dentro de un sinsentido como este, hay cosas por cuya inanidad brillan con luz propia, como por ejemplo la aporía que la Ministra de Derechos de Autor, antes Cultura, ha perpetrado al ser preguntada por el tema: "era el recorte más viable". No dice la ministra que lo lamenta, no dice que ha peleado con uñas y dientes hasta el último momento, no dice que ha amenazado con dimitir si se culmina semejante despropósito, la ministra dice que, en el contexto del Ministerio de Cultura, suprimir la Dirección de la Biblioteca Nacional era el recorte más viable. Interrogada además la ministra por las causas que hacen más viable suprimir la Dirección de la Biblioteca Nacional que, por ejemplo, la de Cinematografía, la ministra Sinde no sabe, no contesta. ¡Cosas veredes! En otras circunstancias, podría alguien de imaginación fértil  podría visionar claramente la escena de la dura batalla dialéctica entre la Vicepresidenta Económica y la Ministra de Cultura que, tras desgarradores escenas y cantos a la importancia de la Biblioteca Nacional como institución cultural en nuestro país,  desembocara en una situación como la actual, pero visto lo visto requiere mucho menos esfuerzo imaginar algo más sencillo y directo, algo como:

- Sabes que la situación económica está muy mal y todos tenemos que sacrificarnos. Sé que lo que te tengo que decir es difícil, pero sin duda te harás cargo...
- ¿Qué me estás diciendo, Elena?
- Tienes que renunciar a una Dirección General.
- ¡Ah bueno! No imaginas el susto que me has dado, creí que ibas a decirme... En fin, no se hable más, quítame eso de los libros y asunto cerrado.

Tiene su sentido, en lenguaje ministerial y hablando de recortes y/o decisiones impopulares, es muy probable que viabilidad se defina en función de la susceptibilidad de generar protestas, y es bien sabido que el colectivo del cine se moviliza más, mejor y con mucha más repercusión que el literario. Pero, ¿se puede defender seriamente que la gestión de la cinematografía, por digna que sea como arte, importante como altavoz social y lucrativa como negocio, si es que lo es, merece una consideración administrativa mayor que el de la biblioteconomía?, ¿se puede siquiera insinuar sin sonrojo que la Biblioteca Nacional debe tener un rango administrativo menor? Parece que la ministra González Sinde sí que puede de forma que la pregunta es si los demás, la ciudadanía, estamos dispuestos a tolerarlo. 
O tal vez la ministra tenga razón, ¿quien necesita una Biblioteca Nacional si ya se han inventado los eBooks? Con unas pocas tarjetas de memoria se podría replantear la institución y modernizarla al modo de la librería Fuentetaja: se transforma en un elegante bistró en el que se mezclen tapas de diseño con libros y así se le saca un rendimiento económico, que al fin y al cabo es el que cuenta. De hecho los libros que ya no generen derechos de autor deberían utilizarse para otros menesteres: sería muy artístico y provocador a la vez vender bocatas de calamares envueltos en papel de incunable o dejar que los hermanos Chapman la conviertieran en una macroinstalación, seguro que ellos se divertían mucho. Aunque en realidad no merece la pena tanto esfuerzo por un simple negociado, lo mejor es venderle el inmueble a McDonalds (o mejor, cedérselo a la SGAE ahora que  se ha frustrado la cesión del palacete de Boadilla) e ir avisando al trapero para que retire todo ese papel viejo, que reciclarlo supondrá un gran beneficio para el medio ambiente, que la economía verde es lo primero, es bien sabido.



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