miércoles, 10 de noviembre de 2010

La vergüenza, Agdaym Izik

Hay asuntos en los que la previsibilidad de los gobernantes es un valor añadido, mientras que hay otros en lo que es lamentable, descorazonadora. El gobierno de Marruecos ha actuado en el asalto al campamento de Agdaym Izik exactamente como se esperaba de él, es decir, según su tradición jingoísta, totalitaria, criminal  y contraria a los derechos humanos, mientras que el gobierno español ha hecho tres cuartos de lo mismo comportándose según su mezquina diplomacia de la equidistancia, la no asunción de sus responsabilidades históricas y la supeditación de la justicia, la legalidad internacional, las resoluciones de la ONU y la defensa de los legítimos derechos del pueblo saharaui a intereses económicos y geopolíticos.
Que una situación como esta no sorprenda a nadie, por más que indigne a muchos, dice mucho de la calificación política, pero sobre todo moral, que merecen ambos gobiernos, porque no se trata de un hecho aislado, de un error de apreciación, sino de la consecuencia lógica, previsible y prevista de una política miserable de renuncia de ambos a una visión decente no ya de la política, sino de la naturaleza humana. Ya que no cabe de ellos esperar rastro de nobleza o de justicia en sus acciones, cabría pedirles que al menos no añadan la hipocresía a su larga lista de faltas en este tema y que antes de decir algo como que la postura de nuestro gobierno consiste en esperar a que se pongan de acuerdo las partes se callen. Porque cuando una de las partes es tiránica y somete a la otra a sangre y fuego bajo su manto totalitario, el único acuerdo esperable es el que se ha obtenido, que unos decidan libremente como matan mientras los otros deciden libremente como mueren que, por cierto, los otros, los saharauis, han decidido morir con dignidad y coraje. Ya se encargará la sociedad civil de rellenar el silencio de sus gobernantes con sus demandas de justicia y su solidaridad. Hasta el silencio, imperdonable en estos asuntos, sería preferible al ignominioso oprobio actual.

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