jueves, 25 de febrero de 2010

Los apuros de Camps

Parece ridículo comenzar un comentario diciendo esto pero a veces la incomprensible actualidad obliga: tener dinero no es delito. Hasta Sílvio Rodríguez, ese peligroso neoliberal, decía en una canción "tener no es signo de malvado y no tener tampoco es prueba de que acompañe la virtud". Una vez esto claro, ¿alguien podría explicarme que sentido puede tener la obscena ocultación de bienes del presidente Camps? Y digo esto dando por supuesto que una parte muy notable de su patrimonio no se refleja en esos ridículos 900€ que declara constituyen todo su patrimonio líquido, porque si eso fuera verdad (por más que no sería delito) cabe preguntarse si se puede dejar un presupuesto público en manos de un gestor tan negligente que ganando 80.000€ al año sólo tiene ahorrados 900. No es el único caso, Esperanza Aguirre, un poco menos groseramente, eso sí, ya se lamentó públicamente en cierta ocasión de sus tremendos aprietos para llegar a fin de mes. Debe ser que el cargo de presidente autonómico, oneroso donde los haya como todo el mundo sabe, conlleva que todos los dispendios que tan frecuentemente perlan nuestros periódicos no salen como creíamos del erario público, sino de sus maltrechos bolsillos. Otra cosa no se entiende.
Probablemente si, como otros diputados, hubiese declarado una notable fortuna personal, dentro de unos límites, nadie se habría extrañado. Podría haber atizado envidias, pero no suspicacias, sin embargo el gilisaldo declarado sí que extraña al más crédulo y en buena lógica debe motivar una investigación. Y a todo esto me pregunto, como ya lo he hecho en ocasiones, ¿es que nadie aconseja a Camps? 
En fin, desconozco, de más está decirlo, el grado de honradez del presidente valenciano, como el de tantos y tantos otros, y no seré yo quien le declare deshonesto antes que un tribunal lo de por demostrado, si es que eso ocurre, pero lo que tengo claro es que si su honradez puede llegar a ser cuestionable, no ocurre lo mismo con su torpeza, que esta fuera de toda duda, y las constantes muestras de ello que lleva dando de un tiempo a esta parte bien pudieran haberle inhabilitado para desempeñar cargos públicos de relevancia en un país medianamente civilizado. Que no es el caso, dicho sea de paso.

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