miércoles, 20 de octubre de 2010

Descentralizando, que es gerundio

Es curioso como el mal uso de algunas acciones llega a contaminarlas hasta tal punto que su sola mención se percibe como algo negativo, cuando lo único negativo es el mal uso, no la acción en sí. A estas alturas de partido cuando gran parte de la ciudadanía oye hablar de transferencia de competencias a una comunidad autónoma, algo perfectamente normal, lógico y deseable si se hace para lograr un mejor funcionamiento de la competencia en cuestión acercándola a sus destinatarios, los ciudadanos, lo percibe claramente no sólo como algo negativo, sino como una agresión hacia el resto de los ciudadanos del Estado (muchos de los cuales, en según que casos, ya gozan de esa competencia descentralizada desde hace tiempo, pero sin ruido ni demagogia). Es el desenlace lógico de un proceso en el que se ha perdido de vista el objetivo, la solución de los problemas de los ciudadanos, y se ha convertido la descentralización no en un proceso racionalizador y optimizador de recursos, sino en recurrente moneda de cambio para la compra de apoyo político. 
Lo único que se le debiera a exigir a un proceso de transferencia de competencias sería que su gestión mejorara con ello y que todas las comunidades que desearan acceder a él pudieran hacerlo en igualdad de condiciones. No es cierto que la descentralización deba ser asimétrica ni que deba generar desigualdades y agravios comparativos, aunque en la práctica acostumbre a ser así.
Tampoco hay nada malo en la negociación política, al contrario, debiera ser el trabajo fundamental de nuestros parlamentarios, siempre teniendo en cuenta que el fin no justifica necesariamente los medios y que tanto en el fondo como en la forma hay líneas rojas que jamás deben no ya traspasarse, sino pisarse de refilón.
Así pues no es criticable que el gobierno decida traspasar competencias al País Vasco, pero sí lo hay en que eso se haga como contrapartida al apoyo del PNV a los presupuestos generales, sí lo hay en que se negocie no con el gobierno de esa comunidad autónoma, sino con la oposición y sí lo hay en que se transfieran sólo al País Vasco y no al resto de Comunidades que deseen acceder a esas mismas transferencias y, en su caso, se les niegue.
Llegados a este punto no cabe esperar que la descentralización del Estado se racionalice, que sea una cuestión de gobernanza y no de mercadeo, sino sólo aguardar pacientemente a que se culmine, que todo aquello susceptible de descentralizarse (que no es todo, ni mucho menos) se transfiera y confiar en que entonces por fin nuestros gestores de la cosa pública, si recuerdan cómo hacerlo o al menos que ésa es su misión, se pongan a hacer política de verdad. Será divertido ver cómo llegan a acuerdos quienes se han acostumbrado a comprarlos y/o venderlos.

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