viernes, 19 de febrero de 2010

Caca-culo-pedo-pis (y clítorís)

Es un hecho contrastable que para muchos opinadores toda iniciativa del Ministerio de Igualdad es censurable aunque sólo sea por el mero hecho de partir de él, pero cuando la iniciativa incluye palabras que hagan referencia a los órganos sexuales femeninos la crítica se torna encarnizada y de franco mal gusto, sin pararse a pensar, como el caso que nos ocupa (Elaboración de un Mapa de Inervación y Excitación Sexual en Clitoris y Labios Menores; aplicación en Genitoplastia), que el interés aplicativo en medicina reconstructiva en mujeres que hayan sufrido ablaciones de clítoris, tumores u otro tipo de traumas es de grandísimo valor. Se oculta deliberadamente el final del título, aplicación en genitoplastia, y se invocan los más pedestres resabios machistas de la sociedad para descalificar una iniciativa que de generar algo debiera ser el aplauso unánime que merecen todas las iniciativas que redunden en la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, ciudadanas en este caso, afectados por algún problema de índole sanitario. 
Esta estridente campaña, sin embargo, tiene algo de bueno, que muestra el verdadero nivel intelectual de quienes la protagonizan, en este caso el nivel básico de la risa del escolar ante el caca-culo-pedo-pis. Ante este lamentable espectáculo incluso quienes defendemos la importancia de las políticas de género como algo transversal y no enmarcadas dentro de un Ministerio independiente (por más que la ministra Aído esté haciendo un buen trabajo o al menos mucho mejor que el de muchos de sus compañeros de gabinete, nos replanteemos nuestra posición y empecemos a admitir la necesidad del mismo.
Sirvan también estas palabras para expresar mi solidaridad personal hacia la profesora responsable del estudio, quien ha sido objeto de injustas, primitivas e imagino que dolorosas chanzas por su brillante iniciativa, no sólo porque haya sido profesora mía hace muchos años, sino porque nadie, y mucho menos un científico, merece ser criticado (por no decir atacado) por el simple hecho de hacer bien su trabajo.

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