jueves, 10 de abril de 2008

Patricia McBride y los cimientos excrementales

Me ha llamado poderosamente la atención una parte de la entrada de hoy del blog de Arcadi Espada en El Mundo, reconozco que me pilla en fuera de juego porque es la primera noticia que tengo de que algo así suceda en algún lugar y desde luego confío en que aquí jamás ocurra. Es un nuevo ejemplo de que las comparaciones además de ser odiosas no son argumentos especialmente válidos en el debate político, y si ya son en temas de terrorismo y entre España e Irlanda son de apaga y vámonos (jamás dejará de sorprenderme porqué el caso de Irlanda es un referente para los políticos nacionalistas vascos, porque el Ulster tiene incomparablemente menos autonomía, de hecho ésta ha sido suspendida cuando han existido momentos de conflictividad social y sin embargo allí ya no hay terrorismo). En fin, reproduzco el texto de la entrada para ilustrar lo que digo:
La comisaria para las víctimas del Ulster, Patricia Mc Bride, habla con el joven Suárez. Diálogo trascendental:
P.- O sea, ¿que no ve ninguna diferencia entre el terrorista que muere poniendo la bomba y el hombre que muere porque en ese momento pasa por la acera?
R.- No. Si alguien ha quedado traumatizado como consecuencia del conflicto, esa persona es una víctima. Si empezamos a diferenciar, ¿dónde terminaríamos?
P.- Pero moralmente una y otra cosa no son lo mismo.
R.- Mire. Imagine dos niños. Uno queda huérfano porque a su padre le explota una bomba cuando vuelve de trabajar. Otro queda huérfano porque a su padre le explota una bomba mientras la manipula. Ninguno de los hijos ha podido elegir lo que hicieron sus padres.
P.-No me refería a los niños sino a sus padres, al hecho de considerar a los dos víctimas y hacerlo en pie de igualdad.
R.-Esa decisión es la que hemos tomado y es la que marca la ley y es la que nos ayuda a construir respeto y tolerancia.
La comisaria. El ejemplo de los cimientos excrementales con que se construye la paz. Pero así es: el excremento seca. Antes de que seque sin embargo, podríamos decirle a la comisaria que es una asesina. No se ve claramente por qué sólo nosotros tendríamos la obligación de distinguir. En cualquier caso léase a McBride. Tarde o temprano habremos de encarar la versión local de este asunto, infinitamente más importante que el derecho a decidir. Este asunto se resume en que, examinadas con los nuevos instrumentos de percepción, las víctimas de Hipercor algo habrían hecho, sin ninguna duda; y que si empezamos a diferenciar dónde terminaríamos, a ver y eh?
Donde la comisaria se pregunta dónde terminaríamos, yo me cuestiono seriamente el punto de partida, si no hacemos diferencias entre víctimas y verdugos ¿cómo empezamos? Sin tener claro algo como la diferencia entre el terrorista que mata y el inocente que muere, ¿como se puede hablar de respeto y tolerancia?

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