martes, 15 de abril de 2008

La normalidad anormal y otras consideraciones

No sé si se puede tener a la vez mala y buena suerte, pero Miguel Sebatián, el Ministro Cenizo, parece empeñado en demostrar que es perfectamente posible. Mala suerte tiene un Ministro de quien el mismo día de su toma de posesión piden su comparecencia en el parlamento a causa de un escape radiactivo por el que, además, las empresas responsables parecen haber ocultado información. Mala suerte es comparecer como gran esperanza blanca de los suyos en un proceso electoral y obtener uno de los peores resultados de su partido en su historia. Mala suerte es que en todas las actuaciones en las que en público se le reconoce a uno como parte o inspirador intelectual sean reconocidas como maniobras más o menos turbias que son objeto de reiterados ataques en la prensa. La buena suerte radica en que pese a todo ello, ha llegado a ser ministro y aclamado como "hombre fuerte" del ejecutivo, me explico, no digo que haya llegado a ministro únicamente por suerte, sin duda posee cualidades políticas e intelectuales sobradas para desempeñar tan alto cargo, la suerte radica en conseguirlo con un sonado fracaso electoral a sus espaldas y con la animadversión manifiesta de gran parte de la prensa, la suerte radica en que en un mundo en el que la imagen pública a menudo se impone a la capacidad, a él se le haya premiado por su capacidad en detrimento de su imagen pública. Ahora tiene el reto de demostrar que efectivamente lo merece.
Dos nuevas tomas de posesión me llaman la atención, en primer lugar el sobredimensionado impacto mediático conseguido por la de la Ministra de Defensa entrando en una espiral de contradicción en sus términos alarmante: si se alaba como síntoma de normalidad democrática (que lo es) no veo la razón entonces de convertirlo en un hecho anormal en tanto que portada y objeto de reiterados comentarios en los que se destaca poco menos que como algo extraordinario. Por cierto que, imagino que debido a ese exceso de expectación, la Ministra trató de mostrarse especialmente seria y circunspecta en su primera alocución a las tropas, tanto que a una mente tan dada a la imaginativa asociación de ideas como la mía no pudo menos que recordarle insistentemente al número de Les Luthiers en que se parodiaba una arenga del dictador de la República de Banania (dicho sea con tanto respeto como sentido del humor).
Y por último, es digna de público repudio la forma en la que los más ultramontanos hacedores de opinión conservadora (mucho más agreste por cierto que la del partido con el que se supone que se identifican, que sí ha sabido estar a la altura), han recibido a la nueva Ministra de Igualdad, nombramiento tan criticable o alabable como cualquier otro, pero con igual respeto, basando el rechazo en razones más objetivas y de peso que su condición de mujer joven y sobre todo con otras formas. Adjunto el ilustrativo extracto de opiniones que sobre este tema aparece en la edición de Público de hoy:
El recibimiento a Bibiana Aído

"¿Les parece poco que una flamenquita llegue a ministra del Batallón de Modistillas de ZP?" Antonio Burgos, columnista de ABC

"Para abastecer su gabinete de tías, Zapatero ha buscado debajo de las piedras" Juan Manuel de Prada, columnista de ABC

"No sé qué habrá hecho Bibiana. Como no haya ganado algún torneo de peteneras". Federico Jiménez Losantos.
Nombrar a Aído parece "del Gran Hermano, no sé bien si orwelliano o televisivo". Iñaki Ezkerra, columnista de La Razón

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