lunes, 7 de abril de 2008

La indignación hipócrita

Parece ser que hay un cierto malestar en determinados sectores del PP, los más afines a Esperanza Aguirre o bien los más contrarios a Mariano Rajoy, a cuenta del reparto de compromisarios entre las diferentes agrupaciones con vistas al próximo congreso de su partido(ver artículo de El País). Siendo interesante, no es una cosa que me preocupe en exceso, si he decidido hablar de ello no es por las consecuencias que pueda tener para el PP, sino para poner de manifiesto el fino sentido del humor que tiene la realidad haciendo que el grupo más reacio a cambiar la Ley Electoral primando criterios de representatividad social en lugar de los actuales de favorecimiento de las mayorías, ve ahora como primar al aparato del partido en detrimento de la representatividad en la sociedad, entendida esta como peso en votos, es injusto y poco democrático. Podríamos alegrarnos y dar la bienvenida a estos liberales bienpensantes al club de los damnificados por la falta de confianza de los legisladores en la madurez de la sociedad en general y en la democracia interna (en los mecanismos democráticos de elección tanto en partidos como en el estado) en particular, si no fuera porque su adscripción a este club que podríamos considerar de demócratas radicales es puramente incidental y se circunscribe únicamente a las dificultades añadidas que los mecanismos que ellos mismos no dudan en defender cuando no les perjudican, suponen con vistas a su asalto al poder.
En cualquier caso, merecido lo tienen, es sangrante tener que leer que a alguien le resulta injusto que Murcia tenga 99 delegados con 32.000 afiliados y el 61% de los votos mientras que Cataluña tiene 110 con 30.000 afiliados y el 16% de los votos, mientras que tener dos diputados con un millón de votos le parece no ya correcto, sino incluso deseable. Si quieren tener fuerza moral para hablar de democracia interna y reparto equitativo de representantes, harían bien en dar ejemplo y empezar por apoyar para el conjunto de la sociedad lo que desean para ellos mismos, es decir, defender la reforma de la Ley Electoral.

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