lunes, 3 de noviembre de 2008

Podemos, sí, pero ¿qué podemos?

Juan Antonio Canta decía en una de sus canciones "déjame decirte que entre lo malo y lo peor, yo no elijo nada y sigo soñando", aunque en lugar de seguir soñando optara por suicidarse. Pienso a menudo en esa frase cuando el aluvión informativo de las elecciones estadounidenses me acosa, y me gusta, siempre que ese "sigo soñando" sea activo, no una excusa para la pasividad y el conformismo. Tengo muy claro que entre Obama y McCain prefiero al primero, aunque, falta de fe mediante en un electorado capaz de elegir y, lo que es peor, reelegir a Bush, hasta que no lo vea no lo creeré. Pero lo que no tengo nada claro es si Obama será lo que promete o simplemente un orador brillante con buena imagen, un indudable poder catártico y un aparato publicitario que acomplejaría a la mismísima Coca-Cola, uno de esos mecanismos del sistema para que los ciudadanos se ilusionen y crean en él con renovada fe mientras que en realidad no cambia nada. Quisiera que no fuera así, me gustaría que el cambio que promete no sea sólo cosmético, que las cosas cambiaran de verdad, que el yes, we can de Obama no se transforme al final en un yes, I could, que indicaría que el único objetivo era alcanzar la presidencia, y no realizar un cambio efectivo de las políticas de ese país que tanto nos afectan a todos los demás.
Porque dos cosas han quedado claras, que coinciden con los eslóganes de Obama, una es que los Estados Unidos necesitan un cambio, y otra es que sus votantes pueden, lo verdaderamente importante, que el cambio no sea sólo de presidente y que lo que puedan hacer sea algo más que aupar a un desconocido a la presidencia, es algo que empieza a decidirse mañana, pero que de ningún modo acaba entonces. Mañana no se consigue un objetivo, simplemente se decide de qué medio se quiere valer la ciudadanía para lograrlo.

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