miércoles, 19 de noviembre de 2008

El tablero de Garzón

El juez Garzón, en lo que parece una jugada inteligente destinada a evitar que le declaren incompetente para ver el caso, ha decidido inhibirse en la causa penal contra Franco, algo que respeto aunque a mi humilde entender es contradictorio con los argumentos que él mismo expuso en su auto inicial mediante el que se declaró competente, y trasladar los casos a los respectivos juzgados territoriales. Desconozco si en esta partida de ajedrez entre el magistrado y la fiscalía en que se ha convertido este proceso, en esta nueva jugada las víctimas se convierten en sacrificables peones para esquivar una probable resolución adversa o por el contrario es el juez quien se ha sacrificado para permitir que se pueda continuar con las exhumaciones, pero confío en que con esta decisión se aleje de una vez el ruido mediático de este asunto y por fin puedan los familiares de los represaliados localizar y honrar a sus víctimas como en conciencia consideren oportuno. Si al menos se consigue eso de este accidentado proceso en el que nuestros políticos y creadores de opinión de toda condición han mostrado impúdica y claramente su predisposición a seguir cavando banderitas en las fosas de los desaparecidos y en su memoria, habrá resultado positivo, porque el objetivo fundamental debe ser ese, la localización e identificación de los desaparecidos y ese, lejos de ser un tema político, debería ser un tema de estado.
Lo demás, los juicios, condenas, estudios o revisiones que se deseen hacer sobre la dictadura franquista, que las hagan cada uno en su campo y conforme a su conciencia, la historia y la ciudadanía juzgarán a cada uno como corresponda tanto por sus actos como por lo que hayan dejado de hacer, pero que se permita que de una vez y para siempre se cierre la herida de la ignominiosa pervivencia de unas fosas comunes y anónimas incompatibles con la esencia fundamental del estado democrático.

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