jueves, 27 de noviembre de 2008

Bono, de nuevo

Tengo para mí que el nuevo llamémosle incidente protagonizado por Bono, esta vez a cuenta de la conmemoración de la Constitución, no se está interprentando de la manera correcta. Que al final haya famosos o no o incluso la lista de estos no deja de ser irrelevante, que el fracaso de esta iniciativa pueda ser consecuencia de la frustrada colocación de la placa conmemorativa de Sor Maravillas, tampoco, lo realmente relevante es la actitud del Presidente de la Cámara quien asume como propia una iniciativa que se le presenta, decide a qué personas invita y después somete el asunto a la consideración de la mesa como un hecho consumado. No quisiera yo tildar de autoritario a una de las más altas personalidades, desde un punto de vista institucional, del Estado, y mucho menos decirle como debe hacer las cosas, pero parece evidente que la senda de la lógica obliga primero a someter a debate la iniciativa, después consensuar la lista de invitaciones y finalmente enviarlas. Lo contrario, además de no ser operativo y de revertir negativamente en su prestigio personal, constituye una concepción personalista de la cosa pública como una política de hechos consumados que, por usual que sea en muchos ámbitos, no debiera ser aceptable para nadie en democracia, lógicamente menos aun para él.

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