jueves, 4 de septiembre de 2008

Se sabe que el predictor es positivo porque la prensa se tiñe de amarillo

Hace dos días escuché en la radio una entrevista a un veterano periodista estadounidense de ascendencia hispana que se quejaba del nivel de bajeza hasta el que había descendido la prensa seria de su país en relación con el asunto de la maternidad de la hija de la candidata republicana a la vicepresidencia de los USA. ¡Con la cantidad de argumentos políticos que ofrece la buena señora para hablar de ella (sea bien o mal)!Como nos suele pasar con estas cosas por estos pagos, yo no me sorprendí en absoluto porque tenemos esa imagen de que esas cosas pasan habitualmente en un país tan curioso como aquel, lo que inconscientemente suele ir ligado a un pensamiento del tipo "aqui no pasa eso". El problema es que esa imagen de una cierta superioridad ética en el viejo continente respecto al respeto de la vida privada de los políticos, o al menos a su tratamiento, es un cliché tan anticuado, es una actitud abandonada hace tanto tiempo que no es descabellado decir que en eso de los niveles de bajeza de la prensa seria hace tiempo que ambos lados del atlántico se han igualado y no tengo claro que el deterioro de nuestras éticas periodísticas no haya seguido un camino paralelo al de nuestras monedas respectivas. No es sólo el protagonismo que esa misma improcedente noticia ha obtenido en nuestros medios, es que hoy es prácticamente imposible encontrar un periódico que, de una forma u otra, se haya resistido a la soberana estupidez que ha sido dar cobertura a la noticia de la supuesta paternidad de Aznar del hijo de una ministra francesa, algo que fuera verdad o mentira (cosa que no me interesa en absoluto saber) debería quedar absolutamente dentro del ámbito privado de sus protagonistas, que nunca debería haber llegado a nuestros oídos o en todo caso, de hacerlo, únicamente a través de la prensa amarilla. El periódico digital de Ansón, para completar esta pirueta del absurdo con la que quien más quien menos se ha enfangado, lleva la noticia en portada y a toda página, como si no hubiese pasado en el mundo nada más importante que eso (y hablando del mundo, también habría que hacerse mirar el lugar que ocupa en la portada del diario de Pedro J.). Pero en fin, cada uno es muy libre de desprestigiarse como quiera.

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