viernes, 19 de septiembre de 2008

La ascención a los altares del "todo vale"

Francamente, me resulta difícil comprender la actuación del diario El País en referencia al accidente aéreo de Barajas. No creo que todo lo que suscite interés deba ser publicado, pero desde luego no si con ello se compromete la investigación de una tragedia que ha costado tantas vidas humanas. Y si hubiese alguna excusa que justificase moralmente la publicación del vídeo y de las conversaciones, no la puede haber para el tratamiento que se da a las mismas. Un titular como "hay supervivientes, gente caminando entre el fuego" es de un sensacionalismo tan alejado de la ética periodística que jamás debería haber visto la luz. Tanto el periódico como los responsables de las filtraciones merecen a mi juicio la más baja calificación respecto a su ética personal y profesional y no estaría de más que la sociedad mostrara su rechazo ante tales muestras de miseria moral. Todo vale con tal de vender periódicos o lograr objetivos políticos o popularidad o rentabilidad y francamente, eso es aterrador, es una muestra más de la pendiente de inmoralidad por la que parte, sólo parte, de la sociedad se empeña en bajar, unos andando, otros en caida libre, pero todos ellos hacia abajo. La única diferencia es que unos dicen hacerlo en nombre de grandes ideales y otros en el del dios mercado, el único verdadero como todo el mundo sabe pese a que necesite en ocasiones la ayuda de la administración Bush para combatir sus "males sistémicos" (que manda narices, dicho sea de paso), un dios, si se me permite, voluntariamente escrito con minúsculas porque si precisa de semejantes compañeros de viaje cabe dudar de su omnipotencia o tan siquiera su bondad. Ciertamente, si de tanto en cuanto hay que gastar "cientos de miles de millones de dólares" en compensar los males sistémicos de un sistema determinado, el neoliberal en este caso, no parece descabellado sino al contrario, completamente legítimo, poner en tela de juicio al sistema en sí mismo. Porque éste acoje muy bien esta fiebre intervencionista de Bush, las bolsas suben cuando se anuncia que se socializan las pérdidas, cuando se contravienen los principios esenciales del libre mercado a costa de los ciudadanos el sistema reacciona positivamente, pero no se cuestiona a sí mismo. Tremendo acto de fe. Nadie se permite tampoco el lujo de exigir responsabilidades a los gestores, porque ese parece ser el aforismo principal del nuevo credo neoliberal, sólo existe responsabilidad en cuanto a los beneficios mientras que las pérdidas son de todos. Tremenda indignidad.
Debo decir, para ser justo, que sí he escuchado a algunos liberales con firmes principios alzar sus voces en contra de estas medidas, pero la mayor parte del think tank neocon está más que encantado con esta nueva variedad de intervencionismo estatal. Lo dicho, miseria moral: todo lo que me beneficia es correcto y todo lo que me perjudica incorrecto, no importan los principios, ni las ideas ni la justicia, sólo la conveniencia.

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