miércoles, 24 de septiembre de 2008

El FBI y los "activos tóxicos"

Mucho se ha hablado de la crisis internacional provocada por las hipotecas subprime y de las ayudas del gobierno estadounidense para "rescatar los activos tóxicos", algo sobre lo que parecería no haber alternativa, salvo por el casi ignoto hecho de que sí que la hay: no hacerlo, pero poco o nada se había dicho sobre algo que hoy publica el diario Público y que considero un paso incontrovertiblemente dado en la dirección correcta: El FBI investiga por fraude a los directivos de las empresas responsables de esta situación. No es que esto solucione la crisis, pero desde un punto de vista de la higiene moral de una sociedad que va a gastarse un dinero que según muchos analistas no tiene en salvar un sistema que a la larga buscará la manera de volver a provocar una situación similar dentro de un siglo, es indispensable. Porque este sistema económico que consagra la especulación y que a la postre ha convertido a los bancos y las bolsas en gigantescas casas de apuestas para élites empresariales, que permite que determinados agentes muevan cantidades ingentes de dinero virtual para generar otras nada despreciables de dinero físico que se quedan en sus bolsillos, tiene una relación tan directamente proporcional con la situación creada como la que puedan tener la falta de lluvia y la sequía. Y no hablo del libre mercado, creo que éste es posible sin semejantes dosis de especulación, con un tejido productivo que produzca en lugar de especular y con unas reglas del juego sensatas, racionales, y si no lo fuera, entonces habría que buscar otro que descansara sobre pilares fundamentales más encomiables que la codicia desmedida sin ningún tipo de control.
Cuando se proponían parches para paliar los efectos indeseables de la especulación galopante como la tasa Tobin, se nos tachaba de ilusos, de aviesos intervencionistas, revolucionarios con piel de cordero, y al final se han hecho patentes los efectos dañinos de la misma de la peor forma posible, sobre las espaldas de los ciudadanos. No son los activos los que son tóxicos y que me perdonen los brillantes creadores de términos tras los que esconder la realidad, lo que es tóxico es la filosofía que inspiró la creación y auge de dichos activos, y mientras no se acabe con ésta, los primeros aparecerán una y otra vez con una forma u otra, especialmente si a los responsables, como todo parece indicar que pueda ocurrir a no ser que el FBI al final diga lo contrario, les sale gratis.

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