viernes, 5 de septiembre de 2008

El ministro Corbacho y los peligros del micrófono

Resulta difícil de creer que un ministro del gobierno de una país como el nuestro pueda comparecer ante la prensa y soltar el primer pensamiento que le venga a la cabeza sobre un tema de su responsabilidad, cabe suponer que lo que dice en el ejercicio de sus funciones nace de una profunda reflexión, sus declaraciones son meditadas y obedecen a una estrategia de futuro. Pues bien, eso es lo que me da miedo porque preferiría tener un ministro de trabajo irreflexivo y de lengua fácil que en un momento de indigestión de micrófono perpetrara unas declaraciones como las de nuestro ministro de trabajo en relación a la contratación de extranjeros en origen, a que realmente lo que ha dicho obedezca a sus intenciones y pretenda además hacerlo cumplir. Prefiero un demagogo aficionado a los brindis al sol a un ministro que desconoce la realidad de determinados sectores a su cargo, que se hace eco de propuestas nacidas en las antípodas de su programa y su ideología, que demoniza a unas personas, los inmigrantes legales contratados en origen (un ejemplo de la inmigración ordenada que por lo demás tanto propugna el gobierno al que pertenece como el modelo a seguir) responsabilizándoles, aunque sea indirectamente, del paro en nuestro país y finalmente, un minsitro que sume en el desconcierto al sector agrario de forma completamente gratuita, ya que de repente se ven ante la posibilidad de quedarse sin mano de obra por una propuesta sin más sentido que el de la estética de duro en temas inmigratorios que parece gustar cultivar el Sr. Corbacho.
Claro que puede que el atrevido sea yo y en realidad el Ministro de Trabajo pretenda obligar a los parados de toda índole de nuestro país a trabajar como jornaleros de algún modo que hoy por hoy se me escapa, puede que pretenda así acabar con el paro sin afectar a la viabilidad de las empresas agrícolas, cosa loable si lo consigue, pero ¿es posible? Leyendo las cifras que se publican no lo parece: los empresarios no contratan (de forma impecablemente legal, por cierto) a extranjeros en origen porque estos entren en competencia desleal con los españoles trabajando por menos sueldo, antes de contratar a un solo extranjero ofrecen sus empleos a los parados españoles y contratan fuera lo que no han conseguido cubrir. ¿Realmente va a modificar esto el ministro? Aunque obligase a todos los parados a aceptar trabajos de jornalero (cosa que no digo yo que no fuese correcta si fuera posible, lo desconozco), ¿no continuaría el proceso siendo exactamente el mismo? Si fuera así, como no podría ser de otra manera, las contrataciones en origen bajarían, qué duda cabe, pero como una consecuencia, no como un objetivo en sí mismo porque su papel seguiría siendo el mismo: cubrir los empleos que no se contratan en el mercado nacional. Y hay una diferencia abismal entre que se reduzcan las contrataciones de extranjeros en origen porque a causa de las políticas aplicadas haya menos plazas disponibles a plantear dicha reducción como un objetivo en sí mismo. ¿A que obedecen entonces las imprudentes declaraciones del ministro? Lo desconozco, pero en cualquiera de las hipótesis planteadas, las considero igualmente desafortunadas.

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