martes, 12 de mayo de 2009

Sensaciones del Debate del Futuro de la Nación y otros pésames

No cabe duda que la intervención del Presidente Zapatero ha estado plagada de anuncios y propuestas, no ha sido un debate hueco lleno de retórica sino que ha descendido (o ascendido, vaya usted a saber) a lo concreto para proponer una serie de medidas, alguna de ellas de gran calado, que deben ser analizadas con tranquilidad y debatidas con seriedad para ser valoradas. No es mala estrategia enterrar el presente bajo un aluvión de propuestas, pero se corren varios riesgos, el primero y más evidente es que se le acuse de haber eludido el debate sobre el presente, o más que el debate las explicaciones sobre las acciones de gobierno que han desembocado en que la situación sea la que es, y el segundo es que haya quien ponga en entredicho el crédito personal del presidente y el valor de mercado de sus promesas, porque lo importante no es hacerlas, sino ponerlas en práctica, de modo que si el éxito de su discurso no es contrastable en el presente, sino en un plazo medio o largo, para muchos será una derrota. Yo pienso sin embargo que ha estado mejor de lo que cabía esperar, creo que su estrategia ha sido la única que podía poner en práctica y es de agradecer el tono constructivo que ha utilizado, al menos en la parte que he visto. Muchas han sido las medidas anunciadas, habrá que analizarlas con calma, en cualquier caso lo que no ha podido prometer, porque sería imposible hacerlo, es la de resucitar a Antonio Vega o al menos garantizar que todo su talento de genio roto y triste no desaparecerá con él. Nada de lo que nadie diga hoy en la cámara podra borrar la huella que la noticia del fallecimiento de Antonio Vega ha dejado en el ánimo de tantos en cuya memoria el día de hoy no quedará asociado a las promesas de futuro ni a las quejas del presente, sino a los recuerdos de un pasado al que de repente le han cortado el camino al sitio de su recreo.

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