jueves, 7 de mayo de 2009

No es la SGAE, no son los derechos de autor, no es la protección de la creación

Se pueden decir muchas cosas sobre la actitud de la SGAE, se debe incluso hacer hincapié en que en su comunicado no hay retractación, contrición, atrición ni propósito de enmienda, se puede señalar la fórmula que eligieron para anunciar la devolución del dinero: "hacer una donación equivalente al dinero recaudado con cargo a sus gastos de gestión.", pero creo que ha llegado el momento de comenzar a hablar del origen del problema y no de los heraldos de la rapiña que, con soporte legal y una noble excusa, reiteradamente visitan las páginas de los periódicos. El problema no es la actitud de la SGAE, el problema es la ley que da soporte a su voracidad y, por extensión, el gobierno que la propuso y el parlamento que la aprobó. Urge una reforma legal para que se defiendan los derechos de autor sin menoscabar de los ciudadanos que generan dichos derechos con su consumo, sin que se obligue a nadie a pagar dos veces por lo mismo ni a pagar preventivamente por delitos que no comete. Y no es una cuestión tanto de dinero como de principios: la cultura no tiene porqué ser gratis, la creación debe ser protegida, pero no de cualquier manera. Por cierto, si se trata de proteger la creación y no la industria, ¿por qué el sistema de remuneración favorece a quienes no necesitan dicha protección y olvida a quienes si la necesitan?¿Por qué no se reparte lo recaudado con el mismo espíritu de progresividad que se aplica al resto de los impuestos, cánones y tasas que pagamos los ciudadanos?¿Por qué no se legisla sobre ello? No nos engañemos, no se trata de un sistema de protección a los creadores, sino de un legítimo y eficiente sistema de recaudación de la industria. Como no podemos culpar a la SGAE por ser eficientes, por hacer bien su trabajo, quienes consideramos esta situación injusta debemos tratar de que deje de ser legítima, por lo que va a haber que empezar a considerar que criticar a las sociedades de gestión, que además cuentan con ello, en lugar de al gobierno que les da soporte y les proporciona las herramientas legales necesarias para que hagan lo que hacen, no sólo es hacerles el juego, sino que no es ni justo ni efectivo.

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