martes, 26 de mayo de 2009

Los vendedores de pulpos (como animal de compañía)

Jaime Mayor Oreja es un señor ciertamente conservador que seguramente sería divertido como abuelo de un amigo, pero como representante político pone los pelos como escarpias. Sin embargo, aunque a mi me irrite en ocasiones cuando su tono trapasa la frontera del sosiego para instalarse plenamente en el paternalismo y la condescendencia, hay que reconocerle que es muy efectivo, un hueso duro de roer en un formato de las caraterísticas del de ayer, tan acertadamente llamado simplemente "cara a cara", no debate. Y lo es tanto que es necesario hacer un gran esfuerzo de abstracción para darse cuenta de que tras esa fachada amable y sosegada dijo una serie de cosas francamente trasnochadas que le sitúan en el extremo derecho del abanico ideológico de su partido.
Juan Fernando López Aguilar, sin embargo, tiene un tono de charlatan que hace que todo lo que dice suene hueco, cuando en realidad no lo es en absoluto. Sí que dijo cosas interesantes junto con otras que no lo fueron tanto y algunas esperpénticas como las contínuas referencias, estrategias de campaña obligan, supongo, a ayudar a Obama a cambiar el mundo. Es una pena que estemos ya sobradamente acostumbrados a que el PSOE mantenga un discurso que después rara vez se ve refrendado por sus actos.
Ambos trataron de convencernos de que aceptásemos pulpo como animal de compañía, es más, ambos pretenden que votemos a su particular octópodo, pero el fondo fue muy diferente. No es justo, por tanto y si atendemos a los argumentos esgrimidos, decir que ambos partidos representan lo mismo, aunque la experiencia nos diga que sus políticas de verdad, las que ponen en práctica, están mucho mas cercanas de lo que lo están sus discursos, y hay que reconocerle en eso una mayor seriedad al PP, cuya acción política se parece más a lo que dice que la del PSOE. Sin embargo y asumiendo como cuestión de principios lo que probablemente no lo sea sino de cosmética, atendiendo a lo expuesto es la de éste último mucho más ilusionante que la del primero, ahora bien, hay que tener muy claro que para buscar una aplicación práctica del discurso del PSOE, que en cualquier caso es excesivamente tibio y no atiende en realidad al fondo del problema, es más efectivo invertir el voto en otras fuerzas políticas progresistas en cuya tradición no esté tan instalada la traición a las palabras.

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