miércoles, 13 de mayo de 2009

La paradoja de la educación o cómo equivocarse acertando

La mayor equivocación, y la más peligrosa por cierto, de la filosofía que inspira a muchos de los defensores de la nueva educación preconizada por Bolonia es la prevalencia de las herramientas sobre quien debe utilizarlas y de las habilidades sobre los conocimientos. Es importante que tanto docentes como discentes cuenten con las mejores herramientas tecnológicas y con conocimientos para usarlas, pero no dejan de ser una herramienta más y no la más importante. Lo que no es de recibo es empezar la casa por el tejado y pretender que los problemas de la educación se arreglan con ordenadores, pizarras digitales o redes sociales aplicadas a la educación. Todo ello puede ser muy útil, y es sin duda una buena noticia que se invierta en ello, pero la ecuación mala educación+tecnología no da como resultado una buena educación, y mucho menos la de excelencia que necesita nuestro país. La educación debe ser transmisión de conocimiento y de valores, entre los que sin duda destacan el esfuerzo y el mérito, y los docentes, para desarrolar su labor, antes que alumnos informatizados, necesitan planes de estudios coherentes, respeto a su autoridad, una carrera estructurada, posibilidad de actualizarse, etc. Está muy bien que las nuevas generaciones escolares vayan a tener la oportunidad de acceder a toda la información que almacena internet, pero estaría mucho mejor que, ademas, fuesen capaces de comprenderla.
Y todo ello sin entrar en una cuestión que no es en absoluto baladí: qué software llevarán instalados esos ordenadores (apuesto a que no es software libre) y los permisos de que gozarán los usuarios.
La medida como tal es positiva y por tanto no la critico, pero como síntoma sí que es preocupante ya que si no se acompaña de las medidas y del consenso que tanto necesita nuestra educación, será un brindis al sol más, aunque eso sí, será un brindis 2.0.

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