lunes, 25 de mayo de 2009

Reformas

No todos los días puede uno permitirse el lujo de escribir en positivo, pero la noticia aparecida el viernes de la prohibición del "spam telefónico" mediante la nueva Carta de Derechos del Usuario de Telecomunicaciones me parece lo suficientemente buena como para permitirlo. Es una de entre las muchas buenas noticias que la citada iniciativa contiene: indemnizaciones automáticas por interrupción del servicio, gratuidad de rescisión de contrato en caso de modificación unilateral por parte del operador o reducción del plazo de portabilidad a un día.
El texto de la noticia dice que ya existe una ley de 2002 que prohíbe el correo basura y que esta nueva iniciativa legislativa hace lo propio con el sector de la telefonía, esperemos que con algo más de éxito, y a mi modo de ver era algo tan necesario como urgente. Cierto es que la prioridad del Gobierno debe ser otra, pero como ya he dicho en otras ocasiones ningún gobierno es elegido para hacer tan sólo una cosa, por importante que ésta sea, y el hecho de que en la actual coyuntura de crisis no se abandone la preocupación por los derechos de los ciudadanos, bien que en temas tal vez secundarios, es de agradecer. En este mismo sentido, considero una gran noticia la reforma gracias a la cual la televisión pública dejará de tener publicidad, lo cual es bueno si es el síntoma de un cambio de modelo en el que, a partir de ahora, primen los criterios de interés público y de calidad sobre cualesquiera otros, porque si la vamos a financiar directamente para que se programen galas de José Luis Moreno, pues entonces no sólo no será positivo sino que será inmoral, pero si la programación se va a corresponder con lo que debe ser una televisión pública, de servicio, entonces es una reforma positiva y valiente.
Además, estas iniciativas prueban que se puede reformar para bien, algo que no siempre parecemos tener claro. Se oyen estos días cerradas defensas (y no menos apasionados ataques) del mercado laboral y, ciertamente, si vemos las cifras de temporalidad y/o precariedad, no veo los motivos por los que el actual sistema deba ser defendido. Sin embargo la batalla se plantea en términos de reforma sí o reforma no, cuando eso es un absurdo, ¿acaso a nadie se le ha ocurrido reformar el mercado laboral para bien? Es decir, puedo entender que desde un punto de vista progresista nos opongamos al abaratamiento del despido, pero eso no significa que no podamos plantear reformas que mejoren las condiciones contractuales de los trabajadores, que se encaminen no al abaratamiento del despido sino a la lucha contra la temporalidad. Si nos planteamos nada más y nada menos que una reforma profunda del modelo productivo y lo hacemos porque el actual no es eficaz, ¿como no plantearnos lo mismo con el mercado laboral?, ¿es que alguien piensa que la situación actual es positiva?

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