jueves, 12 de marzo de 2009

Natura, Salamanca, Madrid

Dice el refrán que lo que natura no da, Salamanca no lo presta. Habría que añadir que ahora el Supremo ha impedido que la ministra Cabrera lo regale (nominalmente, claro). Aunque el problema es que el fracaso escolar no se debe a la falta de capacidad de los estudiantes, sino a los desajustes de un sistema que por confundir autoridad con autoritarismo y esfuerzo con dureza impide que se logren los fines que en buena lógica debe perseguir. La letra no entra con sangre, pero tampoco sola y hay muchas formas intermedias de lograr que lo haga sin situarse en ninguno de los extremos. Natura da, y generosamente, y Salamanca intenta potenciar el desarrollo de esos dones porque tenemos la fortuna de tener muy buenos profesores en nuestro país, sin embargo ni los unos ni los otros tienen a su disposición las herramientas necesarias para que unos reciban y otros proporcionen una educación de excelencia. Y eso es un drama. Es de agradecer que el Supremo haya puesto una gota de sentido común en este mar de despropósitos, pero el mal es sistémico y con esto no se arregla. Ciudadanos siempre tuvo buenas propuestas en este campo, y sería un buen momento para que se las recordara a la sociedad porque, como bien ha dicho Obama, aunque no sé si sus recetas son las más adecuadas, "el declive de la educación, es insostenible para nuestra economía y nuestra democracia e inaceptable para nuestros hijos".
En otro orden de cosas, hace semanas dediqué unas palabras, podría decirse que duras, a Mariano Rajoy por su postura antisistema de romper relaciones con el Ministerio de Justicia en tanto que Bermejo fuera ministro, ya que consideraba y considero imperdonable en un líder político semejante confusión entre lo institucional y lo particular. Lamentablemente hoy debo recuperar esas palabras y dedicárselas a otro destinatario, en esta ocasión Tomás Gómez, quien con su decisión de no acudir a ningún acto institucional de la Comunidad de Madrid se ha colocado exactamente a la misma altura que en aquella ocasión demostró la plana mayor del PP. Lo inaceptable para unos debe serlo para todos, y es una verdadera lástima que todavía haya quien sin rubor se dedique a hacer exactamente lo mismo que critica en los demás.
Finalmente, no puedo dejar de expresar mi profunda decepción, que no sorpresa, por la arbitraria, injustificada y antidemocrática decisión de Esperanza Aguirre de cerrar una comisión de investigación escudándose en algo tan peregrino como los errores de transcripción de un periódico. Si no quiere investigar, que no lo haga, pero que al menos busque la manera de hacerlo sin insultarnos, porque eso es lo que ha hecho. El desprecio a los ciudadanos, al sistema parlamentario y a las instituciones que han protagonizado la señora Aguirre y su desvergonzado autoritarismo es tan imperdonable como innecesario ya que con un mínimo respeto a las formas podría haber permitido que la comisión finalizara sus trabajos emitiendo las mismas conclusiones que emitirá de todos modos por obra y gracia de la mayoría absoluta del partido popular. Todos sabemos que estas comisiones no sirven más que para dar voz tanto a afectados como a acusados, no son un instrumento de investigación sino un altavoz para que la ciudadanía se pueda informar de primera mano, y eso es lo que se ha impedido, dar voz a los afectados en la sede de la soberanía popular. El torpe proceder de los responsables de este sinsentido ha dado cobertura a quienes piensen que hay algo que ocultar, pero eso, al lado de la ofensa proferida a los ciudadanos, es lo de menos.

1 comentario:

alfredo dijo...

Hola Andrés, coincido contigo en ambos puntos. Luchar contra el fracaso escolar, y luchar contra el autoritarismo político, en este caso Esperanza Aguirre, que está haciendo de Madrid su cortijo. Sería algo a impulsar por Ciudadanos.
Saludos