jueves, 29 de mayo de 2008

Losantos o la numantina defensa lo que nadie ataca

Federico Jiménez Losantos está decepcionado con el papel de sus propios testigos, se siente traicionado y no oculta su malestar con personas a las que ha defendido públicamente por su supuesta altura moral y sus inigualables virtudes cívicas, gente a la que ha mostrado su admiración y de la que ha alabado su buen tino excepto, naturalmente, en este tema que le afecta. Y sin embargo nada de ello le mueve a la reflexión, cuando ni la propia gente que él ha llamado para su defensa le defiende (algunos de ellos ya no se juegan nada e incluso se podría decir que Gallardón no se cuenta entre sus amistades ni entre sus referentes políticos ni morales), no es capaz de reflexionar un segundo y aceptar que existe una remota posibilidad de que estuviera equivocado, de que sus declaraciones fuesen desafortunadas, injuriosas e innecesariamente insultantes. Cuando ni sus defensores se muestran de acuerdo con él, su única respuesta es que son políticos profesionales y esa clase de gente no siempre dice lo que piensa. Sin duda es el universo entero quien se equivoca porque él, en su calidad de profeta (del apocalipsis), es infalible como todo el mundo sabe. El único problema es que la infalibilidad no existe y si lo hiciera a este personaje le sería tan ajena como la mesura, la moderación, el respeto y la buena educación. Lo que no termino de entender es que el hecho de que un insultador profesional sea llevado a juicio (algo por cierto muy habitual) sea portada de telediarios y periódicos, cuando lejos de tratarse de un proceso a la libertad de expresión es símplemente un síntoma de normalidad democrática, la demostración de que no todo vale y que todo el mundo está en su derecho de defenderse de los excesos de los demás. La sola pretensión de relacionar este juicio con el derecho a la libertad de expresión es tan ofensiva para la inteligencia que no merece la pena perder el tiempo en rebatirla, esta costumbre nueva de defender airadamente cosas que nadie ataca (ahora es la libertad de prensa como antes lo fueron la familia o la libertad religiosa), además de falaz y demagógica, es francamente perniciosa para la convivencia porque lo pilares sobre los que se asienta nuestro sistema democrático ni estan al servicio de unos ni en contra de nadie más que de quienes no los respetan y no se pueden poner en duda para obtener un beneficio personal, sea para salir airoso de un proceso judicial al que sólo la incontinencia verbal y no la falta de libertad de expresión aboca, sea para lograr objetivos electoralistas o defender cualesquiera otros intereses particulares, autodeterminaciones incluidas, que se pueden defender muy legitimamente por otras vías y con argumentos más honestos y leales con el sistema. Alguien debería decirle a los periodistas estrella, políticos y líderes de opinión que no están por encima del bien y del mal y que las normas que rigen nuestra convivencia les afectan también a ellos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jiménez Losantos tiene muchos seguidores.....