viernes, 16 de mayo de 2008

El Partido Popular y el síndrome OT

La transformación de lo que fue un paradigma de uniformidad en un reality show mediático cada vez es una realidad más tangible, lo que no termino de decidir es si hoy por hoy el PP es más Gran Hermano, es decir, un catálogo público de rencillas personales y miserias humanas mostradas en directo, o bien más Operación triunfo, espectáculo antaño entretenido hoy devenido en exhibición impúdica de la falta de talento de sus participantes. Aunque aparentemente hay más similitud con el primero de los programas, hay que admitir que las coincidencias con el segundo son numerosas, por ejemplo han abandonado el programa concursantes que parecían contar con el amplio favor del público (Acebes y Zaplana) y hay nominaciones, como la de María San Gil, que nadie termina de comprender, pero sin duda la principal confluencia está en alguien que debía ser secundario sobre el papel pero que toma cada vez más protagonismo en la audiencia, Federico Jiménez Losantos en el papel de un Risto Mejide apocalíptico y vociferante que reclama para si cada minuto de gloria de los que deberían gozar quienes se supone que son los verdaderos protagonistas.
No obstante estas comparaciones sobre la forma que van adquiriendo ante el público actividades en principio tan diferentes, hay una de fondo que sí es necesario destacar: ambos venden humo, el primero porque se supone que gira en torno a la música y el talento interpretativo cuando cada vez más en realidad se centra en la intimidad de los concursantes, sus problemas personales y sus identidades sexuales, y el segundo porque debería centrarse en el servicio a los ciudadanos, el bién común, pero en verdad sólo trata del poder y las escaramuzas para conseguirlo.
Parece que ese es el signo de los tiempos, lo que no ocurre en la tele no ha pasado en realidad, y se asume con naturalidad que las diferencias personales se deben dirimir en los medios de comunicación, sin embargo no se aplica el mismo principio al planteamiento público de ideas y argumentos, eso parece estar satanizado. Discutir de personas y cuotas de poder en televisión es correcto, pero debatir sobre política no, eso daña al partido porque no importa que éste sea una jaula de grillos y todo el mundo lo sepa, lo que es fundamental es que sea una jaula monolítica y con una única forma de interpretar la realidad. Ya no es el debate lo que enriquece la política, sino el espectáculo y por eso es tan apropiada la comparación entre el PP y los realitys, ambos son populares, éxitos indiscutibles de audiencia, sólo queda por ver el futuro que tienen los partidos si apuestan por ésta, por la audiencia, en lugar de por la militancia, si debaten sobre personas, pero nunca sobre ideas.

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