lunes, 12 de mayo de 2008

La renovación mal planificada o el crecimiento de los enanos

Está visto que a Rajoy le crecen los enanos y una vez han crecido se declaran diputados díscolos, perdón, rasos, o abandonan la política o la ponencia política, como es el último y nada desdeñable caso que ha tenido como protagonista a María San Gil. Dice hoy Gustavo de Arístegui en una entrevista en Público, entre otras cosas interesantes, que han perdido 60 días sin hacer oposición, pero lo preocuopante no es eso. Si Rajoy cree que este proceso de renovación es necesario y que tras ello mejorarán sus expectativas, a la larga, si tiene razón, todos sus militantes y simpatizantes terminarán por dársela y agradecerle el sacrificio, lo malo para el PP no es perder estos meses, sino el reconocimiento implícito que supone este giro de que lo que se han perdido son los cuatro años anteriores invertidos en hacer una política en la que aparentemente su líder, que ahora pretende mostrarse como rehén de su pasado más que como una voz propia, no creía. La mala noticia para Rajoy es que la única forma de emprender este proceso de renovación sin traicionar la trayectoria pasada es incluirse a sí mismo en él, algo que no parece dispuesto a hacer. En fin, si como decía Pushkin como un vino, la pena de los días idos acrecienta su fuerza a medida que envejece llegará un día en que don Mariano sienta una pena inmensa no por haber tratado (ya veremos con cuanto éxito) de llevar su partido a posiciones más centradas, sino por no haberlo hecho desde un principio y perder cuatro años llenos de días idos por el camino. Nadie en el PP debería rasgarse las vestiduras porque llegados a este punto se inicie un proceso, por poco ejemplar que sea, de renovación, pero sí deberían preguntarse muchos cómo es posible que hayan llegado hasta aquí con las ropas tan intactas, sin el menor rasguño provocado por la autocrítica y la independencia intelectual.

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