jueves, 22 de mayo de 2008

La disciplina de partido y la representación ciudadana

Desconozco el motivo por el que se asume con naturalidad esa aberración democrática que es la disciplina de voto en los grupos parlamentarios. El papel de los representantes de la soberanía popular en las votaciones parlamentarias es tan escasamente digno como que se limita a otear la cámara en dirección al portavoz del grupo, o quien proceda, para ver la seña que éste hace para indicar el sentido del voto y proceder, cual corderito disciplinado, a apretar el botón del agrado del partido. Triste papel el que la falta de democracia interna de los partidos reserva a quienes ven en el acta de diputado la culminación de una vida de servicio público. El hecho de que no haya listas abiertas no justifica la visión ideal de un electorado monolítico en el que todos y cada uno de quienes depositan su voto a favor de una opción política opinan exactamente igual que la dirección de ese partido en todos y cada uno de los temas. Si todos sabemos que eso no es así ni puede serlo, no parece tolerable que a efectos prácticos nuestra representación parlamentaria sea ejercida como si una idea tan delirante fuese cierta e indiscutible y sin embargo sí parece lógico que el voto libre y en conciencia de los diputados supone una muestra mucho más representativa, más cercana a ala realidad de la sociedad cuya voluntad, al fin y al cabo, se supone que es misión de los parlamentarios trasladar a las instituciones. Juan Antonio Barrio, diputado socialista, tuvo a bien dar un ejemplo de integridad moral e independencia intelectual y no acatar esa lacra para la democrática que es la disciplina de partido en la votación sobre la iniciativa de reprobación a David Taguas, gracias a lo cual su grupo ha decidido expedientarle ilustrando una vez más que en la política española la democracia sólo se concibe de puertas para afuera. Vaya desde aquí mi solidaridad hacia este diputado del que nada más sé que esto, pero me parece suficiente.
Además de todo tenía más razón que un santo porque la actuación de Taguas es moralmente reprobable, pero eso es completamente independiente de lo anterior. Si no hubiera estado de acuerdo con él, igualmente aplaudiría su coraje.

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