martes, 6 de mayo de 2008

La elegancia inexistente

Dedicar un post a despedir a una vaca sagrada del PP comienza a ser superfluo, así que no voy a hacerlo de nuevo, sin embargo sí que voy a incidir en un abandono de la política someramente comentado ayer: el paso de David Taguas a la empresa privada, en la que incompresiblemente los órganos competentes no detectan incompatibilidad y gracias al cual, además, va a simultanear el cobro de su nuevo sueldo con el de ex-alto cargo (un 80% del que venía disfrutando). El hecho de que los altos cargos continúen cobrando del erario público durante un tiempo no es en pago a sus servicios, esos se pagan puntualmente mientras los presta (probablemente poco, pero eso es otra historia), sino para que pueda vivir cómodamente mientras su influencia se diluye y garantizar así que su incorporación a la empresa privada no se beneficia de información privilegiada o de tráfico de influencias. Pues bien, el ex-jefe de la oficina económica de Moncloa (¿recomendado por Sebastián?) no sólo no está dispuesto a respetar esos tiempos, que deberían constituir una exigencia democrática para evitar dejar a la elegancia, a menudo inexistente, de los afectados semejante decisión, sino que según dice la prensa piensa cobrar dinero público por algo que no va a hacer. Es francamente indignante. Todo el mundo tiene el legítimo derecho de ganarse la vida lo mejor que pueda dentro de su capacidad y sus posibilidades una vez abandona la política, pero hay unas reglas de juego básicas que no deberían romperse y por supuesto no deberían quedar al arbitrio de las personas afectadas, por eso está muy bien que el presidente diga que esta situación le sorprende desagradablemente, a mi también y seguramente a gran parte de la población, pero él además tiene la obligación de, una vez detectado un desajuste en el sistema, solucionarlo para evitar que vuelva a suceder, en este caso convirtiendo en exigencia legal lo que hasta ahora había sido, al parecer, dejado a la honestidad y buena voluntad de los altos cargos. No creo que sea posible evitar que alguien ocupe inmediatamente un puesto sobre el que se ha dictaminado la ausencia de incompatibilidad (un sarcasmo en este caso), ni siquiera es lógico pedirlo y no se trata de eso, sino de que si acepta un puesto de trabajo y por tanto cobra una nómina, no tengamos que pagarle además los ciudadanos un sobresueldo.
Por lo demás, dos noticias que no por abundar en temas sobradamente conocidos quisiera dejar de reseñar: una del
plural sobre la obsesión privatizadora de la sanidad de Esperanza Aguirre, y otra de La Republica sobre el lamentable papel de la ONU y muy especialmente de nuestro gobierno en la lenta pero a este paso inexorable venta del pueblo saharaui a quienes no no conciben en pago otra moneda que la sangre y la vulneración constante y miserable de los derechos humanos.

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