miércoles, 4 de junio de 2008

La clase política como muestra representativa de la sociedad

A menudo cargamos las tintas sobre nuestra clase política en la que vemos defectos que parecen tan propios de su condición como ajenos a la sociedad a la que sirven, nada más lejos de la realidad. Esa mezcla de despotismo con falta de brillantez que tan frecuentemente les atribuimos está muy lejos de estar ausente de las facetas de la vida ajenas a la política, de hecho son características de muchos sectores, valga como ejemplo la actitud de los dirigentes de la federación española de baloncesto. Hay que asumir que vivimos en un país en el que es costumbre generalizada ejercer el poder de que se dispone aparentemente como ejercicio inherente al mismo y no para lograr una mejora del servicio, una mayor rentabilidad o una toma de decisiones simplemente justa y honesta. Es frecuente ver personas que ejercen arbitrariamente el poder de que disponen simplemente por eso, porque pueden, y lo hacen a menudo por cosas tan lejanas a los objetivos nobles como el afán de protagonismo, el sectarismo o el simple capricho.
Soy el primero que ejerce su cerecho a crítica sobre la clase política porque sus decisiones nos atañen a todos y porque están situados en un espejo público que las hace mucho más visibles, pero me niego a asumir ese discurso según el cual son unos seres malvados alejados de la realidad, de hecho creo que es en sus defectos donde realmente representan a la sociedad y si no son en ellos una muestra representativa de exactitud matemática, es por defecto y no por exceso.

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