lunes, 16 de junio de 2008

De anécdotas y deslices

Lo peor de la polémica suscitada por la torpe defensa de la ministra Aído del uso de un término no recogido por el diccionario es que ha conseguido camuflar la iniciativa que verdaderamente se presentaba hasta rozar la invisibilidad. Sobre el asunto gramatical ya esta todo dicho y tampoco es tan relevante (si la carrera política de Esperanza Aguirre sobrevivió a cosas como el "Sara Mago", sin duda la de la ministra lo hará a esto), pero no sobre el tema de fondo, iniciativa que sí que considero positiva y destacable: un teléfono destinado no a la víctima, sino al potencial agresor. Cada medida que redunde en la educación o ayude a canalizar la agresividad de los maltratadores es positiva, aunque su éxito sea difícilmente mensurable, porque si bien la lucha policial y judicial contra estos delitos es indispensable y debe reforzarse, las mejores medidas son las preventivas porque no hay mejor lucha que la que no es necesaria (porque el delito no se produzca, se entiende) . Las críticas a la ministra lo han sido a una actuación concreta suya, en modo alguno a la igualdad y harían muy bien quienes han saltado en su defensa, cosa muy legítima, por cierto, en argumentar su posición sin recurrir a la fácil y demagógica descalificación sistemática de quienes defienden lo contrario: criticar la debilidad de la argumentación a la que la ministra recurrió en su errática defensa de su intervención no es genéricamente machista: muchos criticamos su torpeza puntual, no su condición de mujer ni de persona comprometida con la igualdad de género. Algo similar se podría decir de quienes han cargado excesivamente las tintas contra ella: que haya cometido un error y después se haya enrocado en él no significa que no esté preparada, ni que su ministerio no tenga sentido, ni que deba dimitir. Demos a las anécdotas el tratamiento que merecen y no tratemos de elevarlas a categorías políticas que no tienen.
En otro orden de cosas, dejo aquí el enlace de una iniciativa de recogida de firmas contra la jornada laboral semanal de 65 horas.


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