lunes, 17 de marzo de 2008

La plaza de la vergüenza

No me atrevería yo a discutir de leyes con los jueces por la sencilla razón de que es un tema del que saben infinitamente más que yo, de modo que si emiten una sentencia no me queda más remedio que asumir que es legal, pero lo que nadie puede discutir es que todo ciudadano puede formarse su opinión sobre la moralidad, sobre la justicia de esa misma sentencia porque esta se juzga en base al sistema de valores particular de cada uno, y es completamente independiente de la legalidad o no de la misma que sí se basa en un código objetivo que se debe conocer para opinar sobre él. Pues bien, la sentencia que permite el mantenimiento del nombre de una plaza dedicada a un etarra es, en mi opinión, profundamente inmoral, y si es legal es porque nuestros sucesivos poderes legislativos no han cumplido con su deber y no han legislado sobre ello. Me parece tan de cajón como que existe una ley que impide, y me parece muy bien, que haya calles o monumentos relativos a la dictadura franquista y exactamente por la misma razón debería haber una que prohíba ensuciar el espacio público de convivencia de todos los ciudadanos dedicándolo a ensalzar, homenajear o aunque sea recordar a asesinos.

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