viernes, 7 de marzo de 2008

De repente, la PRISA

Ayer comenté la entrevista del diario El Pais a Rajoy en términos poco elogiosos y hoy me veo obligado a hacer lo propio con la de Zapatero, aunque por motivos diferentes. Creo que es la entrevista más hostil que le han hecho al candidato socialista esta campaña, cosa que a estas alturas no sorprende en absoluto, aunque tal vez sí sorprenda que se reproduzcan en ella casi milimétricamente los argumentos del PP sobre economía y negociación con ETA tras el atentado de la T4. Dice el entrevistador en su introducción que el Presidente durante la entrevista ha de controlar de forma casi imperceptible algún que otro ligero brote de irritación, y a mi me parecen más que perceptibles y aun diría más, justificados algunos de ellos. Lo que no sé es si se debe a la prisa con minúsculas, la que tenía el candidato por irse a un mitin e imagino que por terminar la campaña en general, o si se debe a la PRISA que se escribe con mayúsculas y cuya línea editorial es realmente difícil de comprender en muchas ocasiones últimamente. En general el Sr. Rodríguez Zapatero se zafa relativamente bien, unas veces mejor y otras peor, pero hay una fase de la entrevista, la que trata del aborto, que es realmente preocupante, no por el tratamiento del aborto en sí mismo, sino por el absoluto desprecio que muestra por el programa electoral como compromiso con los ciudadanos. La transcribo:
P. Hace cuatro años prometió usted una ley de plazos para el aborto. No lo ha cumplido.
R. Diría un matiz. Yo no lo prometí nunca. No ha estado en mi boca.
P. Está en su programa. Página 100 del Programa Electoral del PSOE de 2004: "Reformaremos la legislación sobre el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo para adoptar un sistema de plazos".
R. No lo escucharía en mi discurso.
P. No estaría en su discurso de investidura, pero estaba en el programa. ¿No considera que su programa electoral es un compromiso con los ciudadanos?
R. Sí, pero vamos a ver. Hay un matiz importante. Y es el discurso de investidura. El discurso de investidura es ante la soberanía, ante el Parlamento. Y evidentemente, se atiene en lo fundamental al programa electoral. Yo creo que ésta es la legislatura que un partido ha cumplido más su programa electoral.
P. No discuto eso. Pero usted asumió un compromiso.
R. Pues yo no he estimado conveniente cambiar la ley.
P. Centenares de miles, no sé, quizá millones de mujeres estarán decepcionadas.
R. No lo sé. Yo no hablo en nombre de las mujeres. No hablo en nombre de ellas.
P. Yo tampoco. Le pregunto por el programa electoral de su partido.
R. Hay algo que es bastante razonable, y es que ésta es una ley que antes de modificarla exige una reflexión, y, si es posible, la haremos. Que es lo que vamos a hacer.
P. Eso es lo que le he oído estos días. Usted habla de evaluar el resultado de la ley en vigor antes de decidir. En 20 años de vigencia de la ley, ¿los socialistas todavía no han evaluado los efectos de la ley?
R. Pues mire, va a ser ahora cuando se evalúe. Este debate hasta ahora no ha emergido. Y sin embargo, yo estoy dispuesto a abrirlo.
P. Habla de que, después de la evaluación, y siempre con el máximo consenso, se reformará la ley. Yo diría que ésa es una falacia para ocultar que no se va a modificar. El PP se niega en redondo. Por tanto, es como decir no vamos a cambiar nada, y le echamos la culpa al PP.
R. No, no, no, no estoy de acuerdo. Hay un espacio de diálogo. Pero si la cuestión la trascendemos a un debate estrictamente de competición electoral, sí hay un espacio de diálogo, incluso con el PP, sobre la reforma, porque hay elementos que pueden ser razonables. No lo hemos hecho y, por tanto, el tiempo...
P. Podía haberlo hecho. Disponía de mayoría suficiente en la Cámara.
R. ¿Para hacer el qué? ¿Para dialogar con el PP?
P. Para modificar la ley del aborto.
R. Sí, pero no estimé conveniente hacerlo y no lo he hecho. Estimo conveniente dialogar con el PP.
En fin, no me disgusta sólo el modo (autoritario, para qué buscar otro calificativo) de tratar de zanjar la cuestión en dos ocasiones con un "no estimé conveniente hacerlo", como si su voluntad por si sola fuese un argumento intelectualmente válido, sino esa inaudita, inédita y sorprendente idea de que lo que está en el programa no es exigible si no ha sido dicho por boca del Presidente en su debate de investidura (de un gobierno formado por un único partido, no de coalición en cuyo caso sí sería lógico). Nuestro sistema no es presidencialista, algo que él debería conocer y que por si solo desbarata de un plumazo su absurda argumentación, pero además en nuestra sociedad no está excesivamente bien visto ese culto a la personalidad que se trasluce detrás de sus palabras: no importa lo que digan el programa, el partido o el grupo parlamentario, sólo la palabra del presidente condiciona la acción de gobierno. Pues mire usted, no, muchos ciudadanos nos leemos los programas antes de votar y ejercemos nuestro derecho en base a la información que hemos recabado, si los programas no van a vincular la acción de gobierno, mejor no gastar tiempo, dinero y papel en hacerlos y limitarse a difundir la palabra del líder en televisión, internet o DVD sin canon de esos que compran los partidos políticos.
En cualquier caso es de agradecer que el Sr. Zapatero haya tenido a bien informarnos de esta premisa, novedosa en democracia, para que votemos a aquellos partidos de izquierda que se comprometen efectivamente a cumplir con su programa electoral, que los hay, y aunque es seguro que no ganarán las elecciones, también lo es que defenderán con todos los medios a su alcance las políticas de progreso, de izquierdas, que se plasman en sus programas electorales.

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