martes, 11 de marzo de 2008

¿Causas o excusas? Las paradojas de los análisis postelectorales

El PP culpa de su derrota al voto del miedo, ese voto antiPP que ha ido a los socialistas única y exclusivamente para que ellos no gobernaran. Es un análisis que se puede compartir o no, yo personalmente creo que hay bastante de cierto en ello o al menos he hablado con personas que se identifican con IU pero han votado al PSOE y reconocen abiertamente que ha sido sólo para evitar la llegada del PP al gobierno. Personalmente me parece una actitud terriblemente equivocada pero en último extremo cada uno es libre de hacer con su voto lo que considere oportuno, lo que me llama la atención es que las mentes pensantes del PP identifiquen ese problema como la causa de su derrota y se queden ahí, como si eso del voto antiPP fuese algo inevitable dado que se trata de la intrincada y malévola por definición mente de personas izquierdistas, como si fuese una consecuencia lógica de ese sectarismo que ellos consideran inherente a todo aquel que no les vota (excepto si vota a UPyD, que eso tiene bula) y nadie parece pararse a pensar algo tan lógico como: "¿porqué nos tienen miedo?" ¿No sería lógico pensar que si construyesen un proyecto que no asustase a nadie no tendrían porque sufrir los efectos del mal llamado voto útil?¿No debería ser inmediata una apuesta por la moderación? Pues parece ser que no, la ganancia en votos respecto de 2004 es considerada un refrendo a la política dura de estos años y el único problema es que Rajoy no es telegénico, se desabrochó la chaqueta a destiempo en el debate y además no tiene carisma, así que con un retoque cosmético, si acaso un cambio de caras que no de formas, todo estará solucionado.
Me apena ver como la política es considerada una cuestión de personas, no de ideas ni de formas de defenderlas, y aunque haya hablado en este post del PP, me temo que esta crítica se puede dirigir en parecidos términos a los análisis que ha hecho IU: el problema no es la política que hemos puesto en práctica estos cuatro años, sino la obsesión bipartidista, la ley electoral y que Llamazares no convence. Las tres cosas son ciertas, pero hay muchas más que lo son como la falta de voz propia, la imagen de confrontación y división permamentes, la falta de sensibilidad para aglutinar a otros partidos en un proyecto común, etc.
El análisis de cualquier problema se hace para buscar las causas que lo provocaron, no excusas más o menos aparentes que puedan colar como una justificación a aquellos que estén dispuestos a aceptar acríticamente todo lo que sus líderes les digan. La asunción de responsabilidades está muy bien, pero la primera responsabilidad de un dirigente es arreglar las cosas y si para ello debe irse, debe hacerlo dejándolo todo en la mejor situación posible a su sucesor, y eso incluye identificar claramente las causas de su fracaso y asumirlas públicamente, no dejarle la patata caliente a la persona que se haga cargo del partido de ser él quien haga ese análisis y acusarle después de mirar al pasado en lugar de afrontar los retos de futuro. El carisma es algo que no se le puede exigir a quien no lo tiene, pero la generosidad sí.

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