sábado, 8 de marzo de 2008

Carta a Isaías Carrasco

Querido Isaías:

Unas sencillas líneas para tratar de expresar un pequeña parte de la tristeza que el conocimiento de tu desgraciada suerte nos ha provocado a millones de personas que no llegaste a conocer, pero que somos perfectamente conscientes de que tu sacrificio fue por nosotros tanto como por tus familiares, vecinos, amigos, paisanos.
Dicen los periódicos que renunciaste a la escolta, aunque no parece que esté claro, déjame decirte que si fue así, si hiciste extensivo tu compromiso con la libertad a tu propia persona renunciando a tu seguridad para vivir tu vida con esa normalidad que los que vivimos lejos de tu terruño disfrutamos, admiro tu coraje tanto como lamento tu desgracia. La belleza de los actos se de debe buscar en ellos mismos, nunca en sus consecuencias. El resultado ha sido el más desgraciado, el que sólo la cobardía de los miserables podría haber planeado, pero, independientemente de cualquier otra circunstancia, tu compromiso con esa palabra que es muchas mas cosas que las ocho letras que la forman es el más bello e inspirador ejemplo para quienes nos limitamos a disfrutar de ella sin padecer jamás el sacrificio necesario para conquistarla que deben hacer aquellos que no la tienen de forma natural. Creo honestamente que los que entregáis la vida por la libertad a partir de ese momento pasáis a formar parte del concepto mismo, y la palabra y vuestro nombre se convierten, ya para siempre, en sinónimos. A partir de ahora, cada vez que veamos la palabra en una pancarta o en un discurso, en los ojos de quien la disfruta o en las lágrimas de quien no, cada vez que la libertad se cruce en nuestro camino, serás tú quien acuda a nuestra mente, a nuestro recuerdo emocionado, porque eres tú quien encarna la lucha por la libertad, y no quienes desde un extremo u otro se llenan la boca a diario con una palabra, con un concepto que utilizado como instrumento partidista pierde tanto su significado que en sus discursos suena tan vacío como debe estarlo el corazón de quienes piensan con las pistolas.
Vaya por ti mi recuerdo emocionado y que mi abrazo solidario envuelva a todos aquellos que tuvieron la dicha de conocerte y disfrutar de tu compañía, aquellos para quienes toda tu vida de humilde trabajador comprometido con los demás fue un ejemplo diario, porque toda tu vida lo fue no por este desgraciado final, sino por cada minuto que viviste plenamente con la generosidad de tu compromiso y tu coraje. Celebremos tu vida con la misma intensidad con que lamentamos tu muerte y demostrémosle con ello a los asesinos que tu testigo, aquello que quisieron matar pero fortalecieron, no quedará abandonado en el suelo porque hay mucha gente dispuesta a recogerlo y llevarlo con orgullo.

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