jueves, 9 de abril de 2009

Chapa y pintura en el Consejo de Ministros

Sin duda es pronto para enjuiciar la labor de los ministros entrantes, además de por los famosos cien días de cortesía todo el mundo tiene derecho al beneficio de la duda y sea para bien o para mal serán valorados por sus actos, no por prejuicios y apriorismos que quien más quien menos tengamos sobre ellos. A los salientes simplemente agradecerles su esfuerzo. Sin embargo sí que hay cosas que comentar sobre la Crisis de Gobierno que nada tienen que ver con los propios ministros en sí. Aspectos llamativos pueden ser que no se reduzcan ministerios, por ejemplo, o esa apuesta, tan poco inocente como poco elegante, por adscribir las competencias de deportes directamente a Presidencia, o el bajo perfil que se ha decidido para Cultura con el doloroso mensaje aparente de que son los derechos de autor y no la cultura en sí misma lo que se desea proteger (conste que no tengo nada en contra de pagar los derechos de autor de aquellas obras que disfrute o consuma, sino de hacer lo propio, y más de una vez, por los de aquellos que no disfruto, consumo ni conozco), pero para mí lo más trascendental es la rectificación del craso error que supuso separar Universidades de Educación, fundamentalmente por la importancia que tiene la decisión en sí misma, más en el contexto actual de Bolonia en el que nos hemos permitido el lujo de tirar un año a la basura, pero también porque parece la mayor muestra de sentido común en una remodelación aparentemente errática, y no es usual que el escaso sentido común circulante entre nuestra élite política se invierta precisamente en Educación, donde más necesario es.
Pero en definitiva cualquier equipo será bueno si trabaja bien, y hasta que dispongamos de datos contrastados sobre la eficacia de su labor, sólo nos queda desearles suerte y cruzar los dedos.

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