viernes, 23 de enero de 2009

Madrid espía, o el realismo paranoide

Parece que Madrid va a ser uno de los pocos lugares del mundo donde se cumpla esa máxima de película de Hollywood según la cual la paranoia no es más que un estado de ánimo de especial percepción, "si piensas que alguien te espía es porque alguien te espía", creo recordar que decía Mel Gibson en una de esas películas de antihéroes solitarios que con la ayuda de la chica (Julia Roberts) triunfan sobre el mal tan del gusto de aquel país. Conspiración, creo que se llamaba. Eso queda bien en según que películas y dice mucho de la idiosincrasia del estadounidense medio, pero era algo inédito en nuestro país hasta que esta película patria con guión de serie b pero taquillazo de superproducción se estrenó en la Comunidad que preside Esperanza Aguirre, donde se instala el estado de opinión según el cual todos espían a todos y aquel de quien no circule un dossier no es nadie a tener en cuenta. Si es usted político, milita en el PP y está radicado en la capital de España, le aconsejo que encargue usted mismo su propio dossier sobre su persona y, posteriormente, lo filtre, de lo contrario nadie le tomará en serio.
Sobre el caso en sí mismo habrá tiempo de opinar cuando se sepan cosas en firme, pero hay algo extrajudicial digno de comentario, la facilidad con que los diferentes líderes políticos, implicados directamente o no, se han lanzado a sus respectivas yugulares, preventivamente podríamos decir, Gallardón contra la de Aguirre y viceversa, González contra Gallardón, Pons contra el Ministerio del Interior (¿?), Zapatero contra Génova, Rajoy contra... esto no lo sabría decir muy bien, ¿qué es lo que ha dicho Rajoy exactamente? ¿Que habría pasado si en lugar de estas informaciones plagadas de claroscuros y sobrentendidos se hubiese publicado algo con cierta enjundia probatoria contra alguien concreto? ¿Cómo de grandilocuentes habrían sido entonces las declaraciones de nuestros insignes líderes? Porque hasta ahora sabemos a ciencia cierta que se ha cometido algún delito, pero es difícil saber concretamente quien o quienes son los responsables.
Obama dijo en su discurso de investidura algo digno de todo aplauso, una única frase que destruía toda la herencia política de su antecesor con elegancia y sencillez, "rechazamos como falso que haya que elegir entre nuestra seguridad y nuestros ideales". Eso es lo exigible a un político democrático en pleno siglo XXI, y es triste comprobar como aquí hay quien sacrifica sin dudar nuestros ideales democráticos, empezando por la presunción de inocencia, ese derecho cuya presencia en política podría calificarse de espectral (existe como un rumor que todos han oido, pero prácticamente nadie parece ser capaz de verla), no en el altar de la seguridad, sino en el de sus propios intereses personales y/o tribales.
El caso del espionaje probablemente será muy grave cuando se sepa de lo que hablamos, el lamentable espectáculo de declaraciones todos contra todos que estamos viviendo ya lo es.

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