jueves, 15 de enero de 2009

Frío

Aunque mi rusofilia tenga poco que ver con sus dirigentes, ni actuales ni históricos, incluso diría que con ningún ruso conocido vivo (no hace faltan falta profundos estudios para concluir que Putin no es Tolstoi ni Medvedev Chejov o que la conciencia crítica, independiente y humanista de Solzhenitsyn o Grossman constituyen hoy día más una rareza histórica que un rasgo idiosincrático de la Rusia actual), supongo que no puedo evitar una cierta subjetividad cuando veo en las noticias que leo sobre la crisis del gas natural un cierto peso de la prueba mayor en Ucrania, dentro de la indudable responsabilidad de ambos. Sin embargo, a efectos de este comentario, no parece extraordinariamente relevante que uno u otro estados tengan cien gramos más de responsabilidad que el otro, porque lo que me preocupa (en segundo lugar, claro, porque en primero está la demencial, inceptable y gravísima situación a la que se están viendo abocados centenares de miles de ciudadanos) es básicamente la incapacidad de la UE para solucionar los problemas de sus ciudadanos, su escaso peso como negociador internacional y su parálisis para tomar decisiones urgentes.
Sea como fuere, las noticias que llegan del este de europa son alarmantes y no parece de recibo que la UE deba resignarse a ser rehén de un conflicto entre dos países con tan marcada tendencia natural al enfrentamiento. Si bien no es responsable de la actual situación, sí lo será de las futuras si no comienza a buscar alternativas energéticas inmediatamente para disminuir su dependencia de fuentes contrastadamente no confiables.

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