lunes, 30 de mayo de 2011

Funeraria Rubalcaba

Raras veces en la historía de la política de este país se ha conocido un intento de lograr un objetivo tan tenaz, intenso, esforzado y voluntarioso como el del PSOE por hacerse el haraquiri. Una vez hecha entrega de la daga a Rubalcaba, sólo falta ver en cuantos estómagos ajenos la clava para tratar de salvar el suyo. Ya se conocen tres, los de la ministra Chacón, la democracia interna y los principios progresistas del partido. Y puede que, a corto plazo, logre atenuar un tanto previsible el batacazo electoral, pero a la larga su designación es un error estratégico descomunal porque puede que las heridas internas que infliga con su daga cicatricen a la larga disciplina de partido mediante, pero la brecha que amenaza con abrirse con su electorado potencial parece más profunda e irremisible que la de la balsa de piedra de Saramago.

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