jueves, 12 de mayo de 2011

Ni Schengen

Pocas cosas le sientan peor a un sueño que la realidad, desconozco el porqué pero el nacimiento a la vida de los sueños largamente gestados suelen tener más que ver con Frankestein que con un parto normal, eutócico, y desde luego el de un espacio común europeo, ése que imaginábamos como el triunfo de la libertad, del estado del bienestar y de los valores inherentes a la democracia y el civismo no es desde luego una excepción. Asistimos de un tiempo a esta parte a una aparentemente inexorable senda retrógrada en cuanto nos viene de Europa, parece que cuanto más se acerca el nombre a lo que deseamos, Unión Europea, más se aleja en realidad y se aproxima a aquellas denominaciones originales de Comunidad Económica Europea o Mercado Común, porque no es desde luego una Europa Social ni una Europa de los Ciudadanos sino una Europa de los Mercados lo que estamos construyendo. Pese a todo, como demostración empírica de la Ley de Murphy aplicada a la política, incluso en un escenario desalentador siempre puede aparecer algo que puede ir peor y lo hace, y en este caso creo que ni el más pesimista de los europesitas decepcionados podía imaginarse que iba a asistir al renacimiento de las fronteras interiores como ha anunciado Dinamarca y proponen, con matices, Francia e Italia. Schengen no es toda la UE, pero es o debería ser un requisito imprescindible para formar parte de ella y si hasta ese espejismo de libertad y de compromiso con los ciudadanos nos van a hurtar más valdría que se dejaran de hipocresías y retomaran su vocación inicial adoptando una denominación realista como Unión de los Mercados Europeos.

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