viernes, 27 de mayo de 2011

El baile de Chacón

Las interpretaciones de la decisión de la ministra Chacón de no presentarse a unas primarias son múltiples, a mi personalmente me parece un error porque no creo que darle la voz a los militantes debilite a un partido, porque no creo que el ejercicio de la democracia tenga cara y cruz y porque no creo que sea correcto abandonar un proyecto para salvaguardar aquello que necesariamente está llamado a sustituir con el tiempo. Es llamativo que alguien ofrezca una conferencia de prensa para renunciar a un objetivo que previamente no ha sido anunciado por el mismo medio, pero es más llamativo que alguien renuncie no porque compruebe que no tiene posibilidades de ganar, sino porque se evidencie que si las tiene, pero con todo lo más llamativo de este asunto es el propio discurso de la ministra, esos "quería" que enunció emotivamente, pero no por lo que dijo, que estuyvo bien en líneas generales, sino po lo que no dijo: ¿quería porque no lo hay o porque ya no va a haber?, ¿su renuncia lo es a encabezar el proyecto que esbozó o a que ese proyecto se ponga en práctica? Si realmente lanzó el mensaje de que el proyecto que abandere a partir de ahora su partido no será como el que ella esbozó, es algo en lo que no sólo merece la pena detenerse, sino que es bastante más trascendente que el mero hecho de que sea ella u otra persona quien lidere la travesía del desierto.
Recordemos:

"Quería encabezar un proyecto que recuperara y actualizara las señas de identidad de la socialdemocracia y aplicara la ambición de Igualdad y de Justicia en un contexto de crisis".
"(Quería un proyecto que) movilizara todas las energías del país para combatir el paro y, en particular, para combatir el desempleo de nuestros jóvenes, que les excluye del trabajo, que es uno de los derechos principales de ciudadanía". 
"Quería encabezar un proyecto que recuperara la dignidad y el prestigio de la política, tal y como nos han reclamado miles de ciudadanos en las urnas y también en la calle".
"Quería abrir espacios de participación, acreditar con hechos que la política democrática y la corrupción son radicalmente incompatibles".
"Quería encabezar un proyecto que afirmara nuestra visión de España, unida y plural".
"Que mejorara la cooperación y la colaboración entre CCAA, y quería hacerlo sin renunciar a mi identidad, catalana y española".
"Quería encabezar un proyecto que preservara los aciertos de la última década, los avances enormes alcanzados por las mujeres, por los homosexuales, por las personas dependientes...".
"Un proyecto que, a la vez, corrigiera los errores que hayamos cometido y de los que me considero tan responsable como el que más". 
"Un proyecto que integrara generaciones socialistas y no las enfrentara".
Si Rubalcaba, o quien sea, no asume esto, a este paso al final se va a cumplir el deseo de Esperanza Aguirre de ver una acampada de indignados en las puertas de la sede de Ferraz, pero no va a tener que tomarse la molestia de convocar a sus seguidores, sino que van a ser los propios militantes socialistas quienes se vean obligados, de una manera u otra, a expresar su profunda decepción ante un partido que sistemáticamente promete una cosa y hace otra muy distinta. El Secretario General prometió un proceso democrático de designación de su sucesor, y el PSOE les ofrece esta lamentable charlotada, lo que me recuerda lo que decía Chesterton, refiriendose a los escritores de cuentos, pero aplicable a cualquier otro ámbito, que no puedes invitar al lector a un baile para dejarlo abandonado en una cuneta, y tenía razón, o al menos debe parecerselo a los militantes socialistas que se han quedado compuestos y sin baile.

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