martes, 1 de septiembre de 2009

Inconvenientes de la mirada relajada

Trato de indignarme por la anunciada subida de impuestos, pero no me sale porque en los términos en que se ha planteado (rentas altas que no sean del trabajo) parece una salida lógica a la situación, sólo que la situación es la necesidad de paliar un gasto elevadísimo que no ha sido tan malo porque se haya gastado mucho, sino porque se ha gastado muy mal. Así que no sé si mi falta de irritación es porque no procede o porque no me queda ya que la gasté toda en la gestión inicial de la crisis que protagonizó el Gobierno.
También trato de asustarme por la gripe A, pero por más que lo intento sólo logro convencerme de que todos nos infectaremos tarde o temprano y toseremos, tendremos fiebre, dolor de cabeza y mucosidad durante unos días, pero la evidencia científica, según dicen, sigue mostrando una mortalidad mucho menor que la de la gripe tradicional así que no hay razón para la alarma. Lo que si me irrita es la torpeza de unos y la irresponsabilidad de otros que van a conseguir que la gripe A pase a la historia como la primera gripe cuyo síntoma característico sea la histeria, y eso sin necesidad de contagiarse.
No logro creer en el valor probatorio de las intuiciones, sensaciones o convicciones y menos aun entiendo que quien defienda semejante artificio se haya destacado justo antes por una campaña en favor de la presunción de inocencia y en contra de los artículos de prensa como indicio y ahora los defienda como prueba ante la sociedad ("las pruebas están en todas partes"). Si fuera cierto sería muy grave, pero mientras no se pueda demostrar ni denunciar, lo grave es hacer un casus belli de ello poniendo en riesgo la estabilidad de los instituciones en nombre de un beneficio partidista. De momento ya se ha rebajado la inicial "denuncia" de escuchas ilegales a escuchas legales ilegalmente conservadas, habrá que ver en qué queda esta finalmente el caso, pero apuesto a que al final se hablará únicamente de filtraciones, pero eso sí, como si fueran el más capital de los pecados.
Me resulta de todo punto incomprensible que se genere una prestación a trabajadores que han agotado las ayudas discriminando entre éstos por algo tan arbitrario como la fecha en que perdieron el empleo. Si se dan las condiciones objetivas para que el estado deba ofrecer un subsidio a un determinado grupo de ciudadanos (y parece evidente que así es), debe concederse a todos los que cumplan esos requisitos en condiciones de igualdad. La instauración de esta ayuda es positiva, y es mejor que la situación anterior (420€ no son mucho pero son exactamente 420 más que 0) pero eso no es excusa para hacer las cosas arbitrariamente.
Esta ausencia de crispación debe ser el efecto del descanso y las vacaciones, no sé, pero lo cierto es que cuanto más relajada y distanciadamente contemplo la política, más ajena, mediocre y demagógica me resulta, y eso es peligroso porque lo cierto es que la política es mucho más que los políticos que en un momento determinado padezcamos y que los ciudadanos jamás debemos dimitir de nuestro papel crítico y activo en la construcción de la sociedad.

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