martes, 8 de septiembre de 2009

Pozuelo

La algarada incívica en que devinieron las fiestas patronales de Pozuelo no habría estado completa sin la aparición en los medios de expertos que la explicasen como la consecuencia de la ausencia de políticas y ofertas de ocio públicas, algo que ya se sabía que dirían independientemente de que sea cierto o no porque es una especie de mantra con el que tranquilizar sus bienpensantes conciencias. Lo cierto es que a un observador medianamente objetivo no le costará mucho trabajo darse cuenta que la oferta de ocio de un joven de hoy día es infinitamente superior a la que él gozó a esa edad, sea cual sea la que tenga en la actualidad, de modo que por ese lado, como por cualquier otro, es difícilmente justificable la actitud de esa minoría de vándalos. No resulta menos ridículo buscar el origen de estas actitudes en razones soioeconómicas, por no hablar del maquillaje cultural que en ocasiones se pretende aplicar al botellón, así que habrá que concluir, como muchos comentaristas han hecho, que efectivamente es una consecuencia de un fracaso clamoroso en la educación, pero en este caso tengo muy claro que no son las instituciones educativas las responsables (ni de esto ni de la famosa crisis de autoridad que padecen), sino las familias, las mismas que se oponen a que en las escuelas se enseñe a los niños una serie de conceptos básicos de convivencia y civismo porque los consideran adoctrinamiento y una intromisión en su sacrosanto papel de padres y educadores que, sin embargo, no ejercen (los que no lo hacen, que también son, esperemos, una minoría). Llama especialmente la atención la intervención en este sentido del Ministro de Educación hablando de la oferta cultural que los municipios deben ofrecer a los jóvenes y de su seguimiento (lo cual es cierto, que duda cabe), porque cuando era Rector de la Autónoma parecía tener menos remilgos para tratar con el vandalismo y no le dolió en prendas prohibir, por ejemplo, la fiesta de la primavera que se celebraba en su campus porque una minoría de jóvenes protagonizaba no pocos actos entre incívicos y delictivos.

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