martes, 2 de diciembre de 2008

Guantánamo

Si hacemos por un instante el ejercicio de creernos las informaciones que se publican estos días sobre los vuelos a Guantánamo, debemos inferir necesariamente dos conclusiones preocupantes:
a) Si es cierto que los ignominiosos vuelos de la CIA contaban con el apoyo expreso del entonces presidente Aznar, debe calificarse moralmente, sí, pero penalmente también, al personaje con toda la dureza posible porque es inadmisible que los valores fundamentales de una democracia se perviertan hasta el extremo de amparar la tortura.
b) Si es cierto que el presidente Zapatero no sabía nada, si es verdad que se pueden realizar operaciones encubiertas de semejante escala sin que nuestros servicios de inteligencia, el Gobierno al fin y al cabo, se enteren, en ese caso lo que hay que calificar duramente es la eficacia, la competencia de dichos servicios y si cumplen el servicio que la sociedad les encomienda. Si no fuera así, lo dicho para un presidente sirve igualmente para el otro.
Es necesario que se investiguen estos hechos y se haga con transparencia, pero no lo es menos que dicha investigación no se instrumentalice y termine convirtiéndose en un espectáculo circense más de los muchos que estamos acostumbrados a padecer en los que a la postre lo único importante es el número de votos que cada cual puede sumar o restar en el proceso.

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